Small grasshoppers.

martes, 24 de mayo de 2011

15. Alex

Cuarto o quinto intento por escribir este capítulo.
Los otros no me daba tiempo de acabarlos o guardarlos, y el último que escribí, estaba a punto de acabarlo cuando ... ¡Pam! Se me fue la luz.
Y aquí estoy, con el último intento de hacer el capítulo quince, y si en este no lo consigo, me salto al dieciséis ¬¬ jaja!
Bueno, la foto es del viernes, de The Boda of The Siglo. Somos Miquel Mas y yo, por fin nos veis la cara a los dos (los que no sabían cómo éramos).
Quería dar un saludín a los encantos que conocí el viernes, que me reconocieron por el blog y que me dijeron que me imaginaban morena, me hizo mucha ilusión. ¡Ah, y felicidades a mi Marinita Salas!
Bueno, y aquí os dejo una vez más con Alex. ¿Lo echabais de menos? Espero que sí.
Os quiero gente.
¡Ahhhh! Y quería aclarar que este blog NO ESTÁ BASADO EN HECHOS REALES, todo es producto de mi alocada imaginación.


Estaba dormido cuando llegó mi padre a las cuatro y me desveló, a mi a todos los seres vivos e inertes que había en mi casa en ese momento.
Ahora son las seis y media, los rayos de sol que pretenden entrar por mi ventana me molestan, y admiro mi soledad, aunque dura poco.
Mi hermana entra sin llamar.
-¿Puedo dormir contigo?-pregunta triste y con carita de sueño.
-Claro. Ven aquí princesa.
Se mete en la cama, a mi lado, y me hace un gesto para que la abrace.
Dejo que pasen diez minutos, quizá veinte, pero no puedo dormir.
Me pongo alguna camiseta y bajo al primer piso. A medida que bajo los escalones voy percibiendo el triste sonido de un piano. De cola, blanco, una pieza única, y se encuentra en el salón.
Abro la puerta y veo a Miriam, mi madre.
Está de espaldas, por lo que solo puedo ver su largo y ondulado pelo rubio, que le resbala por los hombros, al igual que su camisón de seda.
La música suena triste, la melodía de una vieja nana de cuna como quien oye llover en un día de invierno gris.
Me acerco a ella, sé que está dolida por la pelea con mi padre.
Intento besarle la mejilla, pero ella se aparta escondiendo algo. Le pongo el pelo detrás de la oreja y mi corazón de un vuelco.
Su cara, su bella cara de mujer aun joven, no tiene las mejillas rosadas, sino llevas de arañazos. Sus ojos azules, ahora están tristes y morados.
Los labios que siempre se pinta ella misma de rojo, hoy están pintados de sangre por el mismo color.
Intento disimular mi horror, pero se me hace imposible no apartarme.
Le agarro por la barbilla y le miro las heridas. No me atrevo a darle un beso para que no le duela, aunque seguramente su dolor físico no le hace justicia al de su grande y duro corazón.

****

Le escuecen las lágrimas saladas, que caen por sus ojos perdidos, que miran por la ventana, hacia el mar revuelto de este día que amaneció gris.
Intento curarla y no hablar con ella, tengo la voz entrecortada. Ni siquiera sé como reaccionar, la impotencia me mata.
Me parece mentira que haya sido mi padre, no lo quiero creer.
-Lo siento...-se limita a decir ella entre sollozos.-Fue mi culpa, yo me lo merezco ...
-¿Qué? ¿Por qué dices eso?
-Anoche yo estaba muy nerviosa por la hora que era, y cuando llegó borracho, en vez de no decirle nada, me puse a replicarle. Le puse muy nervioso...
-Pero mamá...
Me intrrumpe.
-Tu padre tiene una amante, Alejandro, tiene a otra ...-dice ella antes de explotar en un llanto incurable.
La abrazo sin saber muy bien con qué calmarla, intentando buscar una magia oculta que le cure las heridas y le devuelva la sonrisa.
Le doy un beso en la frente empapada en sudor, con cuidado de no hacerle daño.
Se incorpora de nuevo.
-¿Desde cuándo sabes eso?- le pregunto.
-Hace un año -empieza a contarme intentando controlar su aliento acelerado- en una cena de su empresa, con todos sus empleados...
Él se fue un momento a su despacho, y ese momento se hizo casi una hora. Fui a buscarlo dónde él dijo, pero no estaba allí, así que empecé a buscarlo por todo el edificio de arriba a abajo, hasta que llegué al humilde cambiador de los empleados. -Escucho el relato de mi madre, aparentemente sacado de cualquier serie de televisión. Desgraciadamente, era la realidad, y le estaba pasando a ella.- Oí ruidos dentro y, como la puerta estaba entreabierta pues decidí asomarme, pero antes de que mi vista llegara a donde afortunadamente no llegó, oí su voz y la de una mujer, que susurraba su nombre con ímpetu... Solo vi su ropa por el suelo... -vuelve a llorar- cojí el pomo de la puerta y sin pensarlo la cerré, lo suficiente como para que lo oyeran. Heché a andar por el corredor intentando mantener la calma cuando sentí que la puerta se volvía a abrir a mis espaldas. Me giré y vi a tu padre medio desnudo, mirándome con los ojos nerviosos, de perdón. No nos dijimos nada. Me di la vuelta y seguí caminando. No me despedí de nadie y le dije al chófer que me llevara a casa. Esta noche he sido la primera vez que lo hemos hablado.

Me quedo atónito, boquiabierto. Es ridículo que mi madre se eche la culpa cuando solo es la víctima.
-¡Debiste de hacer algo en aquel momento!
-¿Y qué querías que hiciera contigo y con tu hermana? Sois lo primero.
-Mamá, puede que Arantxa sea aun pequeña para entenderlo, pero hubiéramos salido adelante sin él.-le digo tranquilizándola.-Y a todo esto ... ¿dónde ha ido?
-No lo sé, y eso me preocupa. Llamemos a la policía.-dice nerviosa.
-¿Y que vuelva a hacerte más daño? No señor.
-Alejandro, es tu padre. Te dio la vida.
-Puede que sí, pero un cobarde por pegarle a una mujer, y más si la mujer le ama.
Mi madre me mira con ternura. Sus ojos siguen llorosos. La abrazo con fuerza, esto que me ha contado me pilla de imprevisto.
Por ahora, puede que el maquillaje pueda taparle las heridas de la cara, pero no las del corazón.
-Vamos arriba, hay que dormir algo ...-le digo.
Subimos las escaleras tranquilos, pero antes de que a ella le de tiempo de abrir la puerta de su dormitorio, se oye un portazo en el primer piso.
-¡¡MIRIAM!! ¡¡MIRIAAAM!!
Mi padre ha vuelto y viene a por ella, de nuevo.
Ella baja corriendo a su llamada. Yo me quedo asomado en la barandilla, sin saber que hacer, muerto de la rabia.
Mi madre, asustada, se acerca a él.
-Miriam, quería pedirte perdón. Sabes que yo te quiero.
Mi madre no dice nada, no puede contestarle a tan hipócrita frase.
-Vamos preciosa, tú lo sabes. Ven, dame un abrazo.
Mi madre le abraza, débil. Él la aparta de nuevo y le coje del pelo, estirándole y tapándole la boca. Quiero bajar, pero cuando me dispongo a hacerlo oigo a Arantxa detrás mia. La cojo para que no lo vea y nos sentamos en el suelo, en el borde de la puerta de mi cuarto.
-Escúchame Ari, el coco está ahí abajo, y si lo oyes vendrá y te llevará con él...-le susurro para asustarla y que me deje taparle los oídos.
Yo sigo oyendo lo que pasa abajo.
-Pero escúchame, zorra. Si vuelves a reprocharme que te puse los cuernos te mato, ¿me oyes? te mato.
Me imagino la situación y mis ganas de bajar aumentan, pero no puedo. Cierro los ojos con fuerza y huelo el pelo de mi hermana, que sigue con el miedo de que el coco venga a por ella.
Mi padre sigue hablando, y me asomo dándome la vuelta. Esta vez la suelta, le seca las lágrimas y le aparta el pelo de la cara con delicadeza.
-Ei, no llores, sabes que te quiero. Voy a darme una ducha. Te prometo que no volverá a pasar.-le dice, y se va al aseo de abajo.
Cuando por fin se ha ido le destapo los oídos a mi hermana. La llevo dentro de la habitación y le siento en la cama.
No puedo parar de pensar en mi madre.
-Alex, ¿por qué si tú oyes al coco no viene a por ti?- me pregunta Arantxa, dudosa.
-Porque el coco solo va a por los qe tienen menos fuerza, los renacuajos como tú, así se los puede comer facilmente.
-¿Les tiene miedo a los mayores porque le pueden pegar?
-No, pero haciéndole cosas malas a los más pequeños él se siente más fuerte. A eso se le llama cobarde, ya lo entenderás...
Se sienta entre mis piernas de espaldas a mi y me coje el pantalón con su manita, casi de bebé.
-Alex ...-parece preocupada.
-Dime, Ari.
-Prométeme que siempre estarás para defenderme cuando el coco venga a por mi.- me dice inocentemente.
Le beso la cabeza intentando aguantarme las lágrimas. Lo que no soportaría es que ella sufriera un solo segundo. Pero llegará un momento en su vida que no querrá depender de mi, ni de mamá, ni del coco, al que le tiene miedo sin saber quien es realmente. Lo que me pide es algo que no podré realizar, pero lo intentaré siempre que pueda.
-Vale Ari, te lo prometo.

sábado, 7 de mayo de 2011

14. Lali

He aquí, una de mis fotos. Sí, lo sé, no es tan buena como las de Miquel, pero me hace ilusión poner alguna mía de vez en cuando (perdona Miquel, ha sido sin tu permiso).
¿Sabéis? Estoy en una tarde en la cual lo único que hago es pensar, escuchar canciones lentas y melancólicas, y tener ganas de que me digan alguna chorradita cursi para que me hagan sonreír, cosa poco habitual en mi.
Estoy en una tarde llena de recuerdos, de acontecimientos nuevos y confusiones. Y en medio de listas infinitas de cosas que me gustan y me disgustan, dibujos sin sentido en cualquier papel, sorprendentes llamadas telefónicas que no se van a realizar de personas que aun no se han realizado, frases profundas, alguna manzana mordida y cuatro gotitas de lluvia que se han equivocado al salir de las nubes y no de mis lagrimales, he dicho: ¿cómo sería la vida de nuestros amigos, Alex y Lali, antes de que se conocieran?
Y sé que es un poco pronto para publicar este capítulo y que os estoy enrollando mucho con mis reflexiones, pero necesitaba "desahofogarme" (no preguntéis).
Bueno, y aquí os dejo con el pasado de nuestra querida Eulalia. Perdón, Lali.

caoticabeleneth

Casi las dos de la noche. Ya tenía ganas de quitarme las sandalias.
Entro en la habitación y cierro la puerta con mis zapatos en la mano, intentando no hacer ruido para no despertar a nadie.
Elena no está, hoy se iba a dormir a casa de ... Sí, de esa chica, ¿cómo se llamaba? Empezaba por A... A... A... ¡Andrea! Sí, Andrea, muy maja, me la presentaron hace tiempo.
Me desabrocho los pantalones vaqueros y me los quito sentada en la cama. ¡Dios mío, qué piernas tan blancas!
Me quito la camiseta y el sujetador y me pongo en frente del espejo.
Me miro. Reconozco que, aunque no sea perfecta, estoy muy bien. Sí, muchos pensaréis que soy una flipada, una creída, pero prefiero eso y tener autoestima a decir que estoy gorda solo por llamar la atención, como hacen muchas chicas. Están muy vistas.
Me pongo de puntillas, bajo otra vez. Doy media vuelta. Me pongo la camiseta del pijama y de repente me suena el móvil. Me tiro de plancha en la cama y lo cojo, pero mi corazón adopta una postura incómoda cuando ve el nombre del que está llamando. Me siento en el borde de la cama intentando adaptarme a él.
A decir verdad tendría que haber borrado su número hace tiempo.
Me siento nerviosa, me echo las manos en la cabeza.
¿Qué querrá? Y a estas horas... déjame en paz, fuera. Pero no puedo colgarle, algo me dice que no lo haga... Suspiro hondo mientras suena el aparato y, muy a mi pesar, empiezo a recordar...

Cinco meses antes.

Es el chico más guapo que he visto. Ángel.
-Dios mío, Ana, mátame. ¿Cómo me puede gustar tanto?
-Amor. Nivel 10.
-Ja, ja, ja.
Febrero es el peor mes del año. Parece que no va ha acabar nunca este invierno ni va a llegar el calor. Solo me conformo con que en Madrid haya un rayo de luz que no sea el de los coches y farolas, se agradecería.
Abro mi taquilla buscando mis libros cuando un papel cae de la estantería y lo cojo al vuelo.

"Espérame a las 5 en las escaleras. Ángel."

"Por supuesto"
Las horas se me hacen eternas en clase. La que más odio es latín. Len-gua muer-ta. No sé que no entiendes los profesores con esas dos palabras, sobretodo la segunda.
¡Riiiiing!
¡Por fin! Salgo corriendo, ni siquiera espero a Ana. Siendo mi mejor amiga, lo entenderá. Además, se tiene que ir para que mañana le den hora en la peluquería. Que tonta, se quiere teñir de rubia y ponerse extensiones siendo pelirrosa. Bueno, más bien pelifúcsia, pero eso fue después de cortarse el pelo por las orejas y ponerse mechas negras en el cabello naranja. Todo le queda genial, el color de sus ojos azules siempre queda bien con todo, llama la atención y a ella le encanta llamarla.
Bajo las escaleras de dos en dos y me abalanzo sobre él dándole un beso muy ... pasional, pero ya es casi una costumbre.
-Tengo un regalito para ti- me dice misterioso.
Me sorprendo.
-¿Qué es?
-Pues nada, una tontería...
Saca del bolsillo dos entradas para el mejor concierto de la historia, por el que llevo meses intentando ahorrar, por el que he trabajado ... en vano.
-Lady Gaga, pronto, muy pronto. Tú y yo, y después te vienes a dormir...
-¡Sí, sí, sí! -Le digo sin pensar en su propuesta detenidamente, ni si me dejarán ir, ni nada.
Euforia, nervios, ilusión, amor. Dios mío, estoy enamorada. ¡Enamoradísima!
Todo marcha tan bien entre nosotros... Ahora todo es perfecto.
Le tengo a él, el amor de mi vida. Tengo a Ana, que sé que nunca me defraudará porque es la mejor persona que he conocido. Me van bien las notas, y en mi familia todo es genial, incluso me llevo mejor con los gemelos.
Paseamos durante toda la tarde del jueves, hablando, besándonos, arropándonos del frío el uno al otro hasta que me lleva a casa.

****

-Ayer fue perfecto, tengo unas ganas de verle...
-Y... ¿A qué hora dices que habéis quedado?- pregunta Ana. Hoy la noto rara...
¡Y aun no se ha cambiado de peinado!
-A las cinco, como siempre. ¿Y tú cuándo tienes que ir a la peluquería?
-A las cinco, también.
Vuelve a pasar el día entero, las horas lentas para estar con él. Hoy le sorprenderé y llegaré yo antes, además, le he comprado una esclava con nuestros nombres. Sé que no hace justicia a su "regalito", pero bueno...
Salgo de mi casa a las cuatro y media, ya que hoy salíamos a las dos del instituto.
Corro ilusionada con el regalo en la mano y ya veo las escaleras.
Veo dos enamorados comiéndose a besos en el mismo sitio donde quedamos él y yo siempre. Hoy nos han quitado el sitio.
Me río yo sola mientras me acerco, pero poco a poco mi paso se va disminuyendo cuando compruebo que uno de esos dos "enamorados" es Ángel, mi Ángel.
Se hace un nudo dentro de mi, la rabia se apodera y vuelvo a correr hacia él para ver quién es su compañera. Llego de inmediato y le aparto con todas mis fuerzas, llorando, aun con consuelo por la esperanza que me queda de que no sea él.
Pero de repente todo se rompe, se nubla, se hace ceniza. Mi ilusión, mis ganas, mi corazón.
Un largo pelo rubio claro a conjunto con unos ojazos azules que me miran sorprendidos.
-Tú no...-le susurro a mi mejor amiga entre sollozo y sollozo.
-Lali, déjame que te explique.-dice Ángel.
Empiezo a caminar de espaldas, cada vez más deprisa, mirándolos incrédula. Tiro el regalo al suelo y echo a correr intentando alcanzar mi llanto, que va más deprisa que yo. Oigo sus voces llamándome a mi espalda.
Se han reído de mi, me han humillado. Les odios, les odio.
Paro en seco y me echo al suelo de rodillas, con los brazos en la barriga y la cara más empapada de lágrimas que de la lluvia que ha empezado a caer. Me siento en un portal, y pienso en como se puede derrumbar todo un universo perfecto en décimas de segundo. No volveré a amar a nadie como le quería a él, pero tampoco nadie superará el odio que le tengo, y Ana... más de lo mismo.
Solo queda decir que, como oí una vez en una película, las ilusiones son personajes peligrosos, no tienen defectos...

Ahora, en la habitación de Elena.

Tercera vez que suena el móvil. Prometo que esta lágrima será la última que me secaré por él.
Me armo de valor y le doy al botón verde.
-¿Diga?
-¿Lali?...-su voz no suena tan segura como siempre. No sé qué decir, estoy callada.-¿Estás ahí?
-Sí, hola.
-Hola. ¿Cómo estás?
-¿Desde cuándo te importa a ti como esté yo?
-Siempre me ha importado... -me dice tristemente, aunque sé que me miente.
-Dime por qué llamas, Ángel...
-Quería escuchar tu voz.
Suspiro.
-Pues ya la has escuchado. Adiós.
-No, espera.
-¡¿Qué?!- estoy nerviosa.
-Te extraño. Me arrepiento de lo que hice, siempre te he querido. Dame otra oportunidad.
-Es un poco tarde para pedir perdón ¿no crees?
-Por favor, Lali, escúchame.-insiste.
-No, núnca.
Le cuelgo sin pensarlo dos veces y apago el móvil.
Me tumbo en la cama después de ponerme los pantalones del pijama y apagar la luz de la mesita.
Estoy mal, nerviosa, decepcionada. Siempre me pasa cuando hay algo relacionado sobre él, desde hace cinco meses.
Ahora, solo me queda esperar que Alex me quiera de verdad, tanto como dice, que no me defraude, porque os puedo asegurar que a pesar de no conocerle a penas y de que me tenga que separar de él en poco tiempo, no le quiero tanto como a Ángel, le quiero mucho más.

martes, 3 de mayo de 2011

13. Alex

Lo prometido es deuda, y aquí os dejo una semana después con Alex y Lali que hoy hagan compañía cuando os aburráis por la tarde.
¿Qué tal la vuelta al instituto? Espero que super bien. Para animaros, quiero deciros que (contando fines de semana) quedan 49 días para las vacaciones de verano; guay, no?
Ya me diréis que os parece este capítulo. Quizá esté mejor que el anterior, ya varias personas me han dicho que el 12 acabó un poco raro, jaja.
Bueno, os dejo con estos dos, que lo disfrutéis!

Fotógrafo: Miquel Mas Fiol


-Les llaman de todas las formas que te puedas imaginar, pero el apodo más conocido, aunque más de la mitad sean españoles, son los Latineros, cosa que no entiendo muy bien. Viven en las partes más bajas de Palma, las más peligrosas. Hay muchos rumores sobre ellos. La gente dice muchas cosas, unas verdad y otras mentira.- hago una pausa y levanto la mirada del suelo. Me encojo de hombros y me meto las manos en los bolsillos mientras que Lali camina a mi lado.-Dicen que unos trafican con drogas. Que son estafadores, y que viven en muy bajas condiciones para el dinero que tienen guardado. También oí que algunos se fueron de su país por matar a gente, aunque yo eso no me lo creo mucho...
Lali escucha atónita mi relato. Su cara de intriga me da ganas de echarme a reír, pero me las aguanto y me limito a sonreir, no sé si para tranquilizarla a ella o a mi mismo.
-Bueno, ¿y qué más?- me pregunta ella.
Ahora sí me río, pretende que le cuente una historia, y lo voy a hacer, ya que hay una, no muy agradable...
Seguimos caminando por las calles. La idea de acompañarla a casa se nos ha ido de las manos, ese "vamos, te acompaño a casa" se ha convertido en un "vamos, tenemos que hacer tiempo para llegar a casa a media noche".
-Hace dos años -empiezo a contarle haciéndome el interesante, pero sin que se note- por estas fechas, se mudaron una pareja de alemanes por la zona de Bendinat, y como es de esperar, eran riquísimos, tenían muchísimos millones. Al parecer el hombre dirigía una cadena de hoteles en casi toda Europa central, imagínate. Se ve que venían a hacer negocios. Bueno, el caso es que decidieron venir aquí a vivir, y los primeros días de estar en Mallorca, dejaron los coches fuera, cosa que a nadie le pareció muy normal. Una noche casi se incendia toda una calle porque alguien prendió fuego a los BMW y los demás coches. Fue un escándalo. Bomberos, policias ...
Los vecinos dijeron que habían sido un grupo de hombres que deambulaban por aquí en la madrugada, y no sé como, llegaron a la conclusión de que habían sido ellos.
-¿Y qué pasó?
-Los metieron en la cárcel no sé cuanto tiempo a algunos que pillaron...
El silencio se cruza entre nosotros. Bueno, no del todo. Oímos la música que sale de los bares de la zona, de los pubs. Algún que otro coche pasa de vez en cuando, pero no gran cosa.
-¿Y ahora qué hacen sueltos? Es decir, es un delito grave ...
-Pagaron la fianza, Dios sabe como. Lo que no entiendo es qué hacía la hermana de Axel con ellos ...
Suspira. Se nota que está cansada y se sienta en un banco delante de una tienda de souvenirs cerrada.
-Oye, espero que no tengas que volver a casa muy pronto.-me dice Lali con un tono "graciosillo".
-Bueno, en teoria sí, pero prefiero que no...
-¿Por qué? ¿Ha pasado algo?
-¿No te has cansado aun de preguntar esta noche?- le digo intentando esquivar la pregunta con aire cómico, aunque al parecer a ella no le ha hecho mucha gracia.
Me mira muy seria, más de lo que toca. No pensañea, me intimida. ¡Socorro! Tampoco he dicho algo muy malo ¿no?...
De repente se dibuja una sonrisa en su cara, más y más y más, hasta que se echa a reír y me pellizca la mejilla.
-¡Tonto! -me dice cariñosamente.
-No conocía esa faceta tuya.
-¿Cuál?- pregunta de nuevo.
"Tu cara a oscuras con la expresión del Jocker"
No, mejor eso no, si no quiero volverme todo el camino a casa solito.
-La cara más bonita del mundo, pero muy seria -Bingo, he acertado.
Se queda pensativa y levanta una ceja. Oh oh ...
-A mi no me va eso de la cara más bonita del mundo, sé que parezco el Jocker cuando me pongo así.
Suspiro en mis adentros. Las tías son muy complicadas.
Si digo banco, es negro; pero si llego a decir negro, es blanco, aunque Lali es más bien tirando a amarillo...
-No, almenos no mucho.- le digo bromeando.
Me pega un puñetazo en el brazo y se ríe.
-Capullo.
Yo también me río disimulando que me ha hecho daño.
-Es lo que toca.
Se ríe y mira el reloj.
-Es un poco tarde ya, llevas acompañándome a casa casi dos horas, y vivo a tres manzanas.
-Eso es un: llévame a casa que ya me he cansado de ti por hoy.-le reprocho con voz triste.
Se ríe y se abalanza sobre mi dándome un besito. Yo la abrazo y juntamos nuestras narices, mientras seguimos riendo.
-Oh, gracias por el besito.
-Si me tubieras que agradecer todos los que te voy a dar ...
Me encanta, la abrazo con más fuerza y le beso en la cara.
-Anda, vámonos.
Echamos a caminar agarrados, entre calle y calle se filtra el sonido del mar, a conjunto con su risa.