Small grasshoppers.

viernes, 28 de enero de 2011

8. Lali

Fotógrafo: Miquel Mas Fiol.


El viento nos golpea tan rápido como va mi corazón, aunque quizá este vaya más acelerado.

Mi pelo revuelto como el mar me tapa la cara, y echo de menos la horquilla que perdí anoche.

A pesar de ese tiempo tan absurdo a mediados de Junio, tengo la certeza de que ha sido buena idea venir a este sitio con él.

Alex está detrás mía, cayado, con los brazos estirados intentando hacer equilibro por las rocas, imitando cada uno de mis movimientos. Sinceramente, me pregunto si él se sentirá igual de raro que yo, como si nos conociéramos de toda la vida, siendo dos extraños.

Veo una roca grande y me apresuro para sentarme en ella, y ya que está más alta que las demás espero que el oleaje no nos moje.

-¡Dios! Vaya tiempo.- le comento.

-Sí, la verdad es que sí. Hace una noche muy movida.

Se queda callado, con los brazos apoyados en sus rodillas, con la mirada perdida.

Le miro de reojo. Es guapo, muy guapo.

Su pelo baila al son del viento, despeinando sus pequeñas ondulaciones rubias.

Me mira. Aparto rápidamente la mirada y siento un golpe en el pecho, como una patada o un puñetazo que me ha dado el destino.

Me aparto el pelo de la cara como puedo, le miro y le sonrío.

-Quién lo diría eh, hace dos días nos odiábamos y hoy...- le digo intentando sacar conversación.

Se ríe y me siento un poco tonta por el comentario. Creo que he metido la pata.

-Sí, la verdad es que sí. No empezamos con muy buen pie, que digamos.

Sonríe y me tranquiliza.

Joder, tiene una sonrisa preciosa.

Antes de que pudiéramos decir nada más, el viento aumenta repentinamente y una ola cubre la parte de la roca donde está Alex.

-¡Mierda!- exclama.

Algo explota dentro de mí, y no puedo parar unas carcajadas descontroladas.

Odio mi risa, y me tapo la boca con la mano.

-¡Oye, no te rías!

No puedo evitarlo, es una situación muy graciosa. Está totalmente empapado de los pies a la cabeza mientras que yo solo estoy un poco salpicada.

Alex baja de la roca y se pone de pié, pero en un momento se agacha, coge agua en las manos y me moja la ropa. Mi risa para aunque sigue haciéndome muchísima gracia, sin embargo, quiero jugar un poco más.

Transformo la expresión de mi cara e intento parecer lo más indignada posible. Me bajo de la roca y a paso ligero me voy.

-Oye Lali, no quería ofenderte... - le oigo decir detrás de mí.-Joder- susurra mientras empieza a correr.

Sigo caminando y me escondo detrás de otras rocas que hay por allí intentando parecer que me he alejado.

-Perdóname, no quería cagarla...

Se disculpa mientras cruza la esquina de la roca mirando por donde pisa, ya que está oscuro. Se le nota que está nervioso, pero antes de que me vea cojo agua de una ola oportuna en el cuenco de mis manos y le sorprendo arrojándola a su cabeza.

Me retiene la mirada mientras intenta secarse inútilmente. Yo también le miro intentando contener de nuevo mi risa, poniendo cara de venganza.

-Así que con que esas tenemos que eh...- me dice poniéndose las manos en la cintura y mordiéndose el labio -¡Pues ahora verás!

Me coge de la cintura y me apoya boca abajo en su hombro, como si fuera un saco. Me río sin parar mientras temo que me lleve al agua, pero en efecto, oigo las olas romperse en sus tobillos mientras me tira a la orilla e intenta hacerme cosquillas y salpicarme; mi risa no cesa.

Mi cabello se cuela en mi boca y recorre mi cuello, se enredan en sus manos y lo siento empapado por el agua, al igual que mi ropa.

Maldigo en momento en que elegí la camiseta más fina que tenía, aunque quién iba a imaginarse esto.

Le cojo los brazos e intentando detener este ataque hacia mí. Noto sus músculos tensos y perfectos debajo de su camiseta azul. Le aparto de mí y me pongo de píe corriendo hacia ningún sitio, esperando a que en cualquier momento me pille; verdaderamente, lo deseo con todas mis fuerzas.

Antes de que pudiera detenerme, el me coge por la cintura y me tira de nuevo al suelo.

Río, ríe. ¿Es real? ¿Por qué siento que desde siempre ha estado conmigo? Quizá solo sean pensamientos del momento.

Sus cosquillas y sus tonterías, el agua, su sonrisa. Qué momento.

Ya no tengo más fuerzas y me resbalo, haciendo que casi me tumbe por completo en la arena, pero los reflejos hacen que me agarre a la parte inferior de su camiseta empapada, y con la otra mano, de su hombro izquierdo, mientras que él apoya una mano en el suelo y la otra en mi espalda, pero es inútil, ya que casi cae encima mía.

Nuestras risas ya no se oyen y nuestras miradas se cruzan durante cinco largos segundos.

Me ahogo, me falta el aire, no puedo respirar. Noto la mayor felicidad que jamás había sentido. ¡¿Por qué?! Quién sabe, no me importa.

Me siento bien, no quiero que ese momento acabe. Lo noto cerca, me protege, pero no, despierto.

Suspiro y aparto la mirada. Él se incorpora y ayuda a levantarme.

-¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?- me pregunta intentando cambiar el ambiente.

¿Qué nos ha pasado? Estoy nerviosa, estoy feliz.

-No, tranquilo, estoy perfectamente.- le miro y le sonrío intentando mostrarme indiferente, pero creo que en ese momento no podría sentir ningún dolor, ni aunque quisiera.- empieza a hacer frío, y estamos empapados. ¿Nos vamos ya?

No quiero irme, pero será lo mejor.

-Sí, volvamos. Marcos me estará esperando.

¡Es verdad, Elena y Marcos! Se me habían olvidado por completo.

Empezamos a caminar el uno separado del otro, con la piel de gallina.

Él me mira de reojo, pero no precisamente a la cara. De repente entiendo por qué, y es que toda la camiseta amarilla se ha transparentado. Disimuladamente, me tapo como puedo y siento como me sonrojo.

De vez en cuando se cruza alguna mirada, alguna sonrisilla tonta, algún comentario.

El tiempo pasa rápido, y los diez minutos de ida se han convertido en cuatro de vuelta.

Las luces de las velas y algunas farolas se ven cada vez más cerca.

Elena está sentada en la arena envuelta en una toalla, sola, sin Marcos.

Me acerco a ella, tiene los ojos vidriosos.

-Elena ¿qué te pasa?- le digo agitada.

-Nada, es por el agua. Y a vosotros ¿qué os ha pasado?

Alex y yo nos miramos, cómplices.

-Nada.- le digo mientras le abrazo y le doy un beso en la frente.

-Lali, por favor, vamos a casa ya.

Es pronto, pero no le insisto, se nota que le pasa algo.

-Está bien, vámonos.

-Perdona Elena, ¿y Marcos?- interviene Alex.

Elena le mira y los ojos se le vuelven a entristecer.

-Con Ana Cristina.- le dice con la voz cortada.

A Alex le cambia la expresión del rostro, parece sentir lástima por mi prima.

-Gracias Helen. “Ciao” Lali.- se despide con una sonrisilla dulce.

Me encanta.

-Hasta pronto Alex.

Rodeo a Elena con el brazo y le cojo el bolso.

Está llorando, lo sé, pero no quiero preguntarle, al menos, hasta que estemos a solas.

****

Elena no ha dicho ni una palabra mientras nos duchábamos, yo tampoco quería hablar.

Estoy preocupada por ella, pero siento que no estoy en este mundo, que vuelo a cada paso, y mi cabeza solo está en un sitio en concreto: en la playa.

Mi prima se sienta a mi lado en la cama y apoya su mejilla en mi hombro.

-Es Marcos.

Es lo primero que me ha dicho en casi una hora.

-Ya lo sé.

-Y Ana Cristina.

-Ahí ya me he perdido.

Elena me mira.

-Es su ex, la hermana de Axel. La chica más guapa de por aquí: piel morena, acento cubano, tetas…

-Vale, no sigas.- le interrumpo- es la que bailaba ¿verdad?

-Sí.- Elena vuelve a la posición de antes durante un minuto, luego me besa y me da las buenas noches.

-Te quiero.- le digo.

Me meto entre las sábanas que me arropan. Cierro los ojos en la oscuridad y todavía siento el oleaje golpeándome suavemente, el olor a sal mezclado con la colonia de Alex. Muevo los dedos de los pies y descubro algunos granitos de arena entre ellos. Me alegro, es la prueba de que ha sido real. Intento reescribir en mi memoria ese momento. ¿Qué paso? Llevo preguntándome lo mismo toda la tarde.

Su pelo, sus ojos. ¿Son verdes o azules? Verdes, sí, son verdes. Dios, es tan guapo.

Y esa sonrisa, qué sonrisa, su sonrisa…

viernes, 21 de enero de 2011

7.Alex

¿De dónde saco el tiempo? :(

Fotógrafo: Miquel Mas Fiol.


Lo admito, me he pasado toda la noche con los ojos como platos, contemplando esa horquilla en forma de mariposa de piedrecitas de colores.

Son las diez y media de la mañana. Llevo aproximadamente doce horas con el corazón latiendo un número incalculable de veces por hora.

¿Qué me pasa? ¿Estaré enfermo?... Dios, ¿y si me estoy muriendo?

"Sí Alex, muriendo de paranoia..."

Siento que tengo dos vocecitas que me guían, como en los dibujos animados, en el hombro izquierdo el ángel, en el otro el demonio, y siempre discuten... Como dos Alex.

Joder, ¿qué tendrá esa chica?

Ya me sé de memoria la horquilla que anoche recogía su pelo, y para decir verdad, también a este me lo sé de memoria. Liso, negro, a conjunto con su mirada oscura y penetrante, dulce.

La luz del sol se filtra por las rendijas de mi ventana, causando una penumbra suave en la habitación silenciosa, pero, no sé si afortunada o desgraciadamente, ese silencio se rompe cuando llaman a la puerta.

-Pasa, quien seas.

Se abre la puerta, pero por encima de las arrugas de las sábanas no veo a nadie. Oigo pequeños pasos, y en cuestión de segundos, Ari está con los codos apoyados en mi cama y la barbilla entre las manos, mirándome fijamente. Aun lleva el pijama.

-Hola enana.- le digo.

Sin decirme nada, se apoya en la cama y se acerca a mi mejilla para darme un beso tan pequeño que apenas lo noto.

-Alex, no me entienden.- me dice con la cara muy seria y volviendo a la posición de antes.

-¿Cómo es eso? ¿Quién no te entiende? - le digo sorprendido, intentando aguantarme la risa.

-Mamá no me entiende. Me dice que me levante temprano, y luego ni siquiera me lleva a la playa, y yo pues prefiero dormir antes que estar aburrida.- me explica mientras se sienta en el borde de la cama.

No sé que decirle, solo me entran ganas de reír. Mi hermana suele recurrir a mi cuando tiene algún "problema", y yo nunca sé que decirle, y no sé como lo hago, pero siempre viene triste y se va contenta, es inexplicable.

-Bueno, ¿sabes qué hago yo cuando tengo uno de estos problemas de aburrimiento?- le digo intentando parecer serio.

A Arantxa se le iluminan los ojos.

-No, ¿qué haces?- me pregunta brincando suavemente en el colchón.

-¡Cosquillas!

La cojo por los brazos reteniéndola y empiezo a hacerle cosquillas por el cuello y axilas. Ella ríe sin parar, y no se puede defender ya que mi camiseta se ausenta, así que solo tiene una sábana, que más bien la enrolla en sí misma y le hace un lío.

Paro de hacerle cosquillas.

-¿Estás mejor o quieres más?- le pregunto riéndome.

-¡No, por favor!- dice intentando desenrollarse de las sábanas.

Se pone de rodillas en la cama y coge una de las almohadas, poniéndose en guardia.

-¿Y ahora qué?- me dice, casi abrazando la almohada que parece más grande que ella.

-¿Ah sí? Con que esas tenemos eh...

La niña grita y empieza a correr, dejando la almohada en el suelo.

Corre por todo el pasillo riendo, haciendo ruido en el parquet.

-¡Alex, Arantxa, no corráis!- se oye la voz de mi madre desde abajo.-Ari, ¿no querías ir a la playa? Venga, prepárate.

-¡Bien!- exclama mi hermana.

Baja las escaleras corriendo, ya se ha olvidado de nuestra guerra de cosquillas.

La verdad, algo muy bueno en mi madre, es que es una persona que siempre está por su hija pequeña, vive por ella; la lleva, la trae, le compra cosas... la adora, igual que a mi cuando era pequeño. Ahora todo ha cambiado mucho.

-Alejandro, por cierto. Ha llamado Marcos y me ha dicho que le llames.- me dice colocándose un enorme sombrero de paja.

-¡Vale! Adiós.

-Hasta luego- me dice despidiéndose con una sonrisilla.

Voy a mi cuarto y veo en mi móvil dos llamadas perdidas de Marcos.

Busco el número y empieza a sonar. “Piiiiip-piiiiip”

-¡Hombre, si la bella durmiente se ha despertado!

-Hola Marcos.

Se ríe.

-A ver, primero. No voy a consentir otra vez que te vuelvas a ir tan pronto como ayer.

-Fue un día movido.- le digo mientras me tumbo en la cama.

-Sin excusas.- me habla con voz de sargento –segundo. Hoy fiesta en la playa, de noche, alcohol, agua, calor, chicas…

-Pff…

-Venga tío, no me hagas esto. Si no vienes, empezaré a pensar que eres de la otra acera.- bromea.

-Oh, Marcos, me has pillado… Lo siento, te lo tendría que haber dicho antes pero era demasiado duro para mí y…- le digo sarcásticamente antes de que me interrumpa.

-Ja, ja, ja, qué graciosillo. Bueno, y lo tercero. ¿Qué diablos te pasó ayer cuando viste a la chica que iba con Elena? Parecía que habías visto a un fantasma.

-¿Qué chica?- le digo intentando disimular mis nervios.

-Sí, la morena que iba con la rubia.

-Gracias por comerte tanto el coco para darme explicaciones.- aunque en verdad sé de qué me habla.

-¡Bah! Da igual, déjalo.

-Sí, mejor.

No hubiera sabido contestarle a esa pregunta, ni yo mismo sé lo que me pasó.

-Bueno, entonces ¿te vienes esta noche?

-No.

-Vale, a las diez paso a recogerte.

****

Casi es de noche y la playa está llena de gente, mayormente, joven.

Velas por el suelo y algún que otro flash de una cámara de fotos son las únicas luces que tenemos.

Caminamos por la arena con los zapatos en la mano intentando no pisar las mochilas, posiblemente, llenas de botellas de alcohol.

-Aquí- me dice Marcos mientras extiende su toalla.

Yo le imito. Nos sentamos uno al lado del otro y me da una Coca-Cola si preguntarme si quiero o no, pero yo la acepto.

-Ahora pondré las velas.

-¿También has traído velas?

Me mira con una sonrisa pícara.

-Pues claro.

-Quién lo diría. Marcos el machote poniendo velitas en la playa.- le digo riéndome.

-Claro, ahora nos falta la guitarra y la cachimba, como aquellos.

Señala disimuladamente a un grupo de alemanes hippies que están sentados algo más para allá.

De repente, una chica viene por detrás de Marcos y le tapa los ojos.

-¿Quién soy?- dice con una voz forzada.

Antes de que pudiera fijarme en ella, mi tiempo se para al comprobar que Lali está detrás, riéndose. Ahora le doy las gracias a Marcos por obligarme a venir.

-Ei, hola.- le digo, como si las palabras me salieran solas.

Me mira y me sonríe tímida.

-¿Qué haces por aquí?- pregunta.

-Pues con Marcos. ¿Y tú?

-Pues con Elena- me contesta mientras se ríe.

Su prima se ha sentado al lado de mi amigo. Deseo con todas mis fuerzas que Lali haga lo mismo, y en efecto, coge asiento, pero a mi lado.

-¿Una Coca-Cola?- les ofrece Marcos.

Las chicas cogen las latas con una sonrisa de agradecimiento.

Han pasado dos horas entre pizza, Coca-Cola, alguna que otra gotita de vodka en el vaso y comentarios sospechosos entre Marcos y Elena.

Estoy a solas con Lali porque aquellos dos han ido a bañarse “bajo la luz de la luna”, como han dicho.

-¿De dónde vienes?- le pregunto.

-De Marte.

Me río.

-¡Oh! ¿Enserio? ¿Y qué tal las cosas por allí? ¿También afecta la crisis?

-Ya te digo. Tengo en el bolso un detector de humanos que tienen malas intenciones.- mi mira con ojos malvados, se ríe, y hace una pausa.- Soy de Madrid. Bueno, en realidad soy mallorquina, pero desde pequeña vivo allí- me dice mientras toma los últimos sorbos de su quinta Coca-Cola, y la segunda con vodka. Suspira- Madre mía, me parece que esta noche voy a dormir poco.- comenta riéndose.

-La verdad es que yo también.- le sonrío.

-Oye, ¿quieres que vayamos a dar una vuelta? Me agobio con tanta gente. He visto por ahí unas rocas muy chulas ¿me acompañas?- pregunta sonriente, pero parece que algo tímida.

El corazón me va a estallar. “Joder Alex, ¿qué coño te pasa?” me pregunto a mí mismo, enfadado.

-Me encantaría.

Cogemos nuestras cosas y, muy cerca el uno del otro, empezamos a caminar.


sábado, 15 de enero de 2011

6.Lali

¡Hola Gente!
Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, pero entre el viaje, volver a arrancar un nuevo trimestre y otros asuntos, a penas he tenido tiempo de escribir. Pero me perdonáis ¿a que sí? :D
Bueno, espero que os hayan ido super bien las vacaciones y sigáis sacando unos minutitos para seguir leyendo mis publicaciones.
Por cierto. Quería que supierais que casi todas las fotos del blog tienen un significado acorde con el capítulo que publico junto a ella, pero esta tiene un significado especial con este capítulo. Las otras son muy obvias y puede deducirse el significado fácilmente, pero en esta tendréis que buscarle vosotros el significado. Ah, y si os gustan y pensáis, al igual que muchísimas personas, que mi gran amigo y el creador de las fotos, Miquel Mas, tiene talento, y sabéis de algún concurso o exposiciones de jóvenes talentos donde pueda presentarla, no dudéis en informarme, se lo comunicaré enseguida. Un beso enorme gentecilla, se os quiere, y gracias por visitar y seguir mi blog.

Fotógrafo: MIQUEL MAS FIOL.

¡Dios, qué puntería! ¿Qué hará él aquí? El chico de esta mañana…

Por lo que veo, me ha reconocido, porque no para de mirarme.

Pero ¿no tendrá otro sitio dónde ir?

Bueno, aunque pensándolo mejor, aquí la desconocida soy yo; viéndolo a él, parece que lo conoce mucha gente. Lo he visto y estaba rodeando de un montón de chavales, y entre ellos estaba Marcos. Ai ai, la cara de Elena cuando lo ve me confirma cada vez más que ese chico la pone nerviosa, realmente nerviosa...

El baile se acaba y las luces se van apagando poquito a poco. Ahora no veo nada, la gente se mueve pero sé que mi prima sigue a mi lado, porque me tiene cogida de la mano y por que huelo todo el rato su peculiar perfume de coco.

Las luces se encienden de nuevo, pero ahora no son de colores, y nos confirman que ha acabado el show.

Me siento un poco cansada, y me duele la cabeza. No me gustan los aviones, más bien los detesto, simplemente por el hecho de que para recuperarme de la presión, necesito varias horas, o quizá días, depende de lo largo que sea el viaje.

-Vamos.-me dice Elena estirándome del brazo.

Me lleva hasta donde está Andrea, la mejor amiga de mi prima. La he conocido antes, junto con otra gente que también me ha presentado. Andrea es una chica un poco más alta que Elena. Tiene cuerpo de deportista, debido a que hace baloncesto; lleva unos pantalones vaqueros cortos y una blusa ancha de colores, conjuntado con unas sandalias con algo de plataforma, color marrón, que la hacen parecer aún más alta. Su pelo es castaño, pero ese color se camufla con muchísimas mechas rubias, al parecer, recién hechas. Le llega por la nuca y está escalado, un corte muy liso, asimétrico y lleno de puntas, que le da personalidad.

-Chicas, vamos a ir al bar Generation, al que está en frente de la plaza a tomar algo ¿os venís?- nos dice a mi prima y a mi mientras se pinta los labios de gloss transparente. Tiene la voz muy peculiar, a veces resulta graciosa, delicada.

-¡Vamos Lali!- me dice Elena.

-No Helen- a veces le llamo por su nombre en inglés- no me apetece tomar “algo”.- le digo con voz de cansada.

-Bueno, si quieres puedes tomar Coca-Cola- me contesta riéndose sarcásticamente.

-Que no, enserio, no me encuentro bien.

-Veeeenga, al menos quédate 10 minutitos.- me dice poniendo carita de pena.

-No Elena, de verdad, estoy cansada.

-¿Ni siquiera un vasito de agua?- sigue con la misma cara, ahora un poco más remarcada.

-No, ves tú con ellos, no te preocupes. ¡Y no me pongas esa cara que sabes que conmigo no funciona!- le digo estrujándole las mejillas.

Su cara cambia a decepción.

-Bueeeeno, está bien. Vete, pero procura que no te vean llegar porque sino te preguntarán por mí.- me dice.

-Vale, pero entonces ¿cómo entro?

-Uf, no lo he pensado…- se queda callada un momento.-¡Ah! Ya sé. Mira, llévate mis llaves, pero yo me llevo las del buzón.-me dice mientras saca una llave pequeñita de un llavero en forma de “E”- Cuando abras la puerta, ¡con muchísimo cuidado! me dejas las llaves en el buzón, y cuando yo llegue, las cojo, ¿vale?

-Ok-dos besos- no me despiertes cuando llegues- le digo a la vez que le guiño el ojo.

-¡Elena, vamos!- se oye una voz indefinida que llama a mi prima.

-¡Joder, ya voy! Cuidado al llegar a casa, no te pierdas.- me dice antes de enviarme dos besitos al aire.

-¡Guapa!- me despido.

Salgo de todo el alboroto de gente y me voy alejando de los puestos de churros y peluches. Me adentro en las calles solitarias, iluminadas por farolas. Hay alguien sentado en la acera algo más para allá, cuando pase veré quien es.

Lo sigo mirando, cada vez lo veo mejor.

Mi corazón va más rápido a cada paso que doy. No puede ser, es ese chico con el que me peleé esta mañana y al que me he encontrado antes.

Maldigo al momento en el que le he dicho a Elena que me iba a casa.

Parece que está con el móvil, estará enviándole un mensaje a alguien.

Se levanta y guarda el móvil.

¡Mierda, me ha visto!

Giro rápido y me adentro en una de las calles para que no me pille.

-¡Oye no! Espera.- oigo su voz llamándome; se acerca a paso ligero y yo salgo de la calle. –Tú… tú eres la chica de esta mañana, la del casi accidente ¿verdad?- parece nervioso.

-Sí, soy yo.-me pongo una mano en la cadera intentando pareces molesta e interesante, pero dentro de mí estoy tranquila. La ira y el enfado de esta mañana hacia ese chico de ojos verdes se han esfumado sin motivo alguno, y ahora me hace algo de gracia, incluso me despierta ternura.

-Bueno, mmmh… no tenía pensado esto porque creía que no te volvería a ver en mi vida- mira al suelo- pero quería pedirte perdón. Lo he pensado mucho durante el día, y me arrepiento.- hace una pausa y ahora me mira a mí.

Suspiro.

-Vale, te perdono. Adiós.- me doy la vuelta y empiezo a andar. Ahora siento algo de orgullo en mí, a veces pienso que soy bipolar.

-Ei no, espera.

Me vuelvo a girar.

-¿Sí?-le digo.

-En serio, mira. Sé que no te conozco de nada, pero veo que estamos en el mismo “grupo de amigos”, por así decirlo, así que, aunque no me quieras hablar, quiero que olvidemos lo que ha pasado para tener la conciencia tranquila cuando te vea.- Parece que sus nervios se han ido.

Miro al suelo y vuelvo a suspirar. El pelo me tapa la cara y me lo aparto.

-Vale, está bien.-me acerco a él- admito que yo también me he pasado un poco…Lo siento.- ahora me siento un poco más tranquila, y hago una pequeña sonrisita. Me resulta extraña esta situación, pero simpática.

Ahora él también sonríe cálidamente y me tiene la mano.

-Soy Alex.

Mi corazón da un vuelco.

-Hola Alex, soy Lali.

Nos quedamos más segundos de lo normal estrechándonos la mano y el corazón se me acelera de nuevo.

-Bueno, yo me tengo que ir, que estoy cansada.

-¿Ya te vas? Pero si es muy pronto.- me dice.

-Sí, ya me voy. ¿Y tú? ¿Qué hacías ahí sentado? – le pregunto curiosa mientras jugueteo con mi horquilla.

-¿Yo? Pues… si te digo la verdad, yo ya me he ido.- me contesta riéndose.

-Ah vale, cuánta coherencia.- y río yo también.-Bueno, adiós.

-Adiós Lali, encantado.- sonríe. Tiene una sonrisa preciosa.

Me voy aligerando el paso, pero, sin poder evitarlo, me giro una vez más antes de doblar la esquina. Él camina para el otro lado.

Ya he llegado. Abro y dejo la llave en el buzón. Entro intentando hacer poco ruido, pero antes de subir las escaleras, oigo unos ronquidos desde el salón. Mi tío se ha dormido viendo un programa de videntes. Quiero apagarle la televisión, pero prefiero no arriesgarme a que se despierte.

Subo las escaleras de dos en dos y entro en la habitación de Elena. Cierro la puerta con delicadeza y me apoyo contra la puerta. Ese chico tiene la sonrisa más bonita que he visto en mi vida. Se llama igual que el chico del Messenger, y me dijo que era de Mallorca; quizá sea él, o quizá no… ¡la vida da tantas vueltas! Hay muchos chicos que se llaman Alex, es un nombre tan bonito… ¡¿Eh?! ¡¿Pero qué estoy diciendo, si nunca me ha gustado ese nombre?!

Suspiro, debo de estar paranoica por culpa del cansancio, pero mi corazón sigue acelerado y parece que tengo un nudo de garganta a estómago.

Me admito a mí misma que tengo ganas de volverlo a ver.

Sonrío, y extrañamente, sí sé por qué.