Small grasshoppers.

martes, 28 de diciembre de 2010

5.Alex

Fotógrafo: Miquel Mas Fiol


Ocho menos cuarto de la tarde. Marcos vendrá en quince minutos y nos iremos. Aun hay sol, pero no hace tanto calor como esta mañana. Me miro en el espejo varias veces, me da pereza ponerme la camiseta aún. El reproductor de música de mi portátil pasa una canción tras otra, tiene el volumen bastante bajo. De repente oigo como en el Messenger se conecta alguien.

Es Lali. Sin pensármelo dos veces la saludo.

Alex dice: ¡Hola!

En ese mismo instante tocan a mi puerta, que está abierta de par en par.

-¿Se puede?

Me giro y veo a un hombre apoyado en el marco de la puerta.

-¡Papá!- me acerco y voy a abrazarle con fuerza.

Lleva un traje gris acompañado de una camisa blanca, raramente no lleva corbata. Arrugas dibujan sus ojos verdes y cada vez tiene el pelo más canoso. Es alto, sin duda alguna. Dice la gente que soy su vivo retrato, que algún día seré igual que él.

-¿Cómo estás, Alejandro?- me dice mientras apoya su mano en mi hombro izquierdo.

-Bien papá. ¿Por qué has llegado tan tarde?

-Asuntos de trabajo...

Al momento llega Marcos por detrás de él armando escándalo.

-Ale Alejandro, ale Alejandro ...- viene cantando.-ah, Hola señor Rodríguez.

-Hijo mío, puedes llamarme Rafael.- le dice mi padre a Marcos.

-Vale, Rafael.

-Bueno chicos, os dejo. Alejandro, luego hablamos.- se despide mi padre.

-Vale, adiós.- respondo.

-Hasta luego Rafael- le dice Marcos levantando el brazo y casi gritándole.

-¡Verdulero!- le digo dándole una colleja.

-¡Pijales!- me responde.- ¿Qué haces todavía así?

Entra en mi cuarto y se sienta en la cama.

Cojo la camiseta y me la pongo lo más rápido que puedo.

Miro si Lali me ha hablado; efectivamente.

Lali dice: Ei ! ¿qué tal? :)

* Bueno, veo que no contestas.

*Ahora vengo, voy a arreglarme.

Ahora se encuentra en no disponible. Joder, he tardado demasiado.

-¡Quieres darte prisa!- me dice Marcos

-Ya voy, ya voy.

Alex dice: Lo siento, me he entretenido con unas cosas.

*ahora me voy a una verbena, tengo prisa

*hablamos en otro momento, adiós :)

No quiero irme así, me hubiera gustado despedirme de ella.

Cierro el Messenger, pero dejo el ordenador encendido.

-Ei, ¿esa no es la mancha de humedad que creamos nosotros cuando éramos unos enanos?- me dice Marcos mientras se levanta de la cama. Me río.

-Sí, es esa.

****

Puestos de tirachinas y peluches crean un ambiente divertido. Huele a algodón de azúcar. Unas guirnaldas blancas se juntan en medio de la plaza, donde hay un pequeño escenario lleno de cables. Aun es de día aunque la luz se está yendo poco a poco.

-Mira Alex, allí están.- me dice Marcos mientras se acerca a un grupo de chavales.

Oigo como los saluda mientras me aproximo.

-Mira Alex, él es mi primo Jaime.- Marcos me señala a un chico de unos quince años, delgado, moreno y con una gran nariz- él se llama Fernando, pero puedes llamarle Fer.- sigue, cogiendo del hombro al chico que está a su lado.

-Hola- le saludo.

-Qué hay.- me contesta haciendo un gesto con la cabeza.

Marcos sigue hablando.

-Alex, ellos son Carlos y David, los mellizos.- me indica a dos chicos muy parecidos, diferenciando que uno tiene el pelo más largo que el otro. Me saludan con la mano.-Él es Tomas.- señala a un chico pelirrojo y con pecas que me saluda con una voz algo afeminada.

-Es tímido- dice Jaime, pegándole un puñetazo en el brazo, no muy fuerte.

-Bueno, y aquel que viene por allí se llama Axel.

Veo como se acerca un chico moreno, con la ropa muy ancha y la cabeza llena de trenzas.

-¡Qué pasa brothers!- grita dándole a todos la mano para que se la choquen.-Ei, tu eres nuevo.- me dice con acento remarcado; parece cubano.

-Soy Alex, encantado.

-¡Ei Alex, choque esos cinco! Sabe usted que tenemos el nombre bien parecido.- comenta mientras me rodea el cuello con el brazo como si nos conociéramos de toda la vida.

Caminamos todos juntos dando vueltas, de aquí para allá. Las luces se van encendiendo a medida que cae el sol veraniego. Pronto empezará un show por el jaleo que andan montando toda la tarde en el escenario.

Después de un rato caminando, decidimos sentarnos en un banco.

-¡Ei chicos! Mirad quienes están ahí.- exclama Marcos mientras señala a un grupo de chicas al lado del escenario.-¡Vamos!

Las miro sin mucho entusiasmo cuando la piel se me eriza y el corazón me empieza a ir a mil. Una gota de sudor me recorre la frente y me pongo nervioso.

-Venga Alex ¿a qué esperas?

Me levanto y noto como me tiemblan las piernas.

El grupo lo forman unas seis chicas, de las cuales solo una me llama la atención. Es inevitable, no puedo apartar la vista, y cada vez estoy más seguro de que es ella.

Un larguísimo cabello negro y liso le cubre toda la espalda y parte de los hombros, lo lleva totalmente suelto. En su cara alargada, unos ojos color Coca-Cola, débilmente pintados miran alrededor, perdidos. Su nariz chata tiene pecas dibujadas en una piel blanca como el marfil, y su boca se compone de unos dientes como perlas y unos labios finos y sonrientes.

Su cuerpo casi perfecto viste con un vestidito ajustado, de flores rosas pálido que contrasta con su piel llena de lunares. Calza unas botas militares, de color negro, que sorprendentemente, a ella le quedan bien con ese vestido tan fino. Es una visión salida de un sueño.

De repente el tiempo se para. Oigo como la gente me habla, oigo nombres, voces que revolotean en mi cabeza, pero me da igual.

Los ojos de aquella chica se han cruzado con los míos, y no sé que quieren decir. No sé que siento. Estoy nervioso, confundido.

-Alex, ¡Alex!- me empujan y salgo de ese sueño- oye ¿estás bien?

Todos me miran, incluso ella. Me imagino la cara de idiota que debo de tener.

-Sí, estoy bien, no te preocupes.-informo, intentando disimular.

Joder, qué vergüenza.

-Bueno, lo que te decía Alex, que te voy a presentar a estas señoritas.-continúa Marcos, que al parecer, andaba hablándome todo este rato.

-Ellas son Andrea y Elena.- me indica a dos chicas bastante monas. Yo, espero con curiosidad, llegar a saber como se llama aquella chica tan especial-Ella se llama Rebeca, aunque le puedes decir Beca. Ella es Carol, aquella es Natalia; y por último ella es …- pero justo cuando va a decir el nombre de esa chica que se ha adueñado de mi mente, sale la música altísima de los altavoces, se apagan las luces, y dos focos señalan al escenario. Suena “Low” de FloRida con T-pain. Un grupo de chicas empieza a bailar, pero la primera es la que más destaca. La gente le aplaude con entusiasmo. Una piel morena y un pelo castaño oscuro pertenecen a ese personaje con demasiadas curvas. Se mueve al ritmo de la canción. En sus gestos me doy cuenta de que me resulta familiar. Y en efecto, no puede ser más igual a Axel, deben de ser familia. La misma piel morena, los mismos labios exageradamente grandes, los mismos ojos. Ahora habrá que oírla hablar.

Mientras aquella chica y las demás bailarinas, que, debido a la coreografía, parecen más bien sus secuaces, bailan canción tras canción, yo no paro de pensar en el nombre de aquella chica que está tan solo a unos pasos de mí, pero que a la vez parece estar tan lejos.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

4. Lali


Fotógrafo: Miquel Mas Fiol


Ya hemos bajado todas las maletas. La puerta de una pequeña casa blanca con ventanas de madera se abre, y de allí sale mi prima Elena corriendo; detrás viene mi tía sonriente.
-¡Prima Lali!- se echa sobre a mi a abrazarme.
-¡Elena!
Yo también la abrazo, hacía mucho que no la veía.
Siento como su paliza de besos está más cerca de mi oreja que de mi mejilla, pero prefiero no decirle nada y disfrutar de ese momento. Deja de abrazarme y veo como me sonríe; ya le habían quitado los aparatos de los dientes. Ha cambiado mucho desde la última vez que la vi. Ya no está gordita como hace unos años, y es un poco más alta que yo, como siempre, a pesar de que le saco un año. Tiene la cara alargada y la piel dorada, debida al sol veraniego, y sus ojos azules son los más bonitos que hay en mi familia, casi iguales que los de mi tío. Su pelo rubio y ondulado le llega por los hombros, y lo tiene agarrado a un lado con una horquilla de flores, a juego con el vestido que lleva. No va maquillada, solo lleva un simple brillo de labios incoloro y algo de rimel, aunque tampoco necesita maquillarse. Es una de las chicas más guapas que hay en mi familia, en cambio yo, soy todo lo contrario.
-¡Estás guapísima Elena!- le digo apartándole el pelo del hombro.
-¿tú te has visto? Dios mío, cómo has cambiado.- me contesta entusiasmada.
Mi tía Clara se me acerca por detrás de Elena y viene a saludarme, me abraza con fuerza.
-Espero que te lo pases bien este verano con nosotros.- me dice mientras me acaricia la barbilla.
-Estoy segura de que sí, voy a estar muy bien con Elena.
En cierto punto, mi prima se parece más a su padre. Su hermano mayor, Felipe, más se parece a Clara, la mujer de mi tío.
-Oye, Elena, ¿dónde está tu hermano Felipe?- le pregunto mientras ella saluda a mis hermanos y a mis padres.
-En Oxford estudiando, viene mañana por la noche.
Felipe acaba de cumplir los dieciocho años, y se ha ido un año a estudiar inglés a Londres. Mañana vuelve para pasar el verano con su familia, en Septiembre volverá a irse.
Entramos todos en casa y Elena me ayuda a subir las maletas a su cuarto.
Es una habitación de pareces rosadas, con un escritorio y un ordenador de mesa.
Delante tiene un bloc de corcho lleno de apuntes, fotografías, y horarios de cursos pasados.
En el escritorio hay lápices algo desordenados, y algunos cajones.
Hay dos camas, la suya, y en la que dormiré yo hasta que acabe el verano.
-Esa es tu cama, la que está al lado de la puerta.- me dice mientras me señala una cama con sábanas de flores.
Entre las dos camas hay una mesita de noche con una lámpara, y muchas fotos en la pared.
Al lado de la otra cama y al lado de una ventana que da a un balcón pequeño, hay un tocador de madera, también con tonos rosados. Hay un espejo ovalado, y está desordenado, lleno de maquillaje y papeles. Elena se sienta en un taburete giratorio que está enfrente del tocador.
-Bueno, cuéntame, dime qué es de tu vida.- me dice sonriéndome.
-Pues en general bien. Se me dan mal las mates, no tengo novio, y voy a pasarme todo el verano dándote la lata.
Se ríe exageradamente.
-Oye, ¿y por qué habéis tardado tanto tía? ¡El aeropuerto no está tan lejos!
-Pues se ha liado una en la carretera ...-murmuro.- Resulta que casi tenemos un accidente, porque un tío se nos ha cruzado con el coche cuando teníamos preferencia y se han puesto a pelear. Luego yo me he bajado del coche y me he puesto a discutir con un chico más o menos de nuestra edad, y han acabado poniéndole una multa a cada conductor.- le explico.
-¡¿Una multa?! Joder, cuando se entere mi madre ...
-¿Tía Clara? no creo que diga nada.
-No la conoces.- me responde muy seria.
Antes de que le pudiera contarle lo que me ha pasado con ese chico de la carretera, se oye una voz que viene desde abajo.
-¡Niñas! ¿Podéis ir a comprar el pan?- se oye como nos llama la madre de Elena.
Mi prima me mira y hace una mueca diciéndome "qué pesada".
-¡Ya vamos!- contesta mirando a la puerta. Ahora mi mira a mí.-¿Sabes montar en bicicleta?

****

Diez minutos después vamos pedaleando tranquilamente por la calle, apenas sin coches, cuando se nos cruza un chico que llama la atención de mi prima.
-¡Marcos!- le grita saludando con la mano.
El chico se gira y sonríe mientras mi prima se para; yo también lo hago. Dejamos las bicicletas apoyadas en una farola.
-¡Eh! ¿Qué tal?- le dice el chico acercándose.
-Pues bien. Mira, os presento, ella es mi prima Lali. Lali, él es Marcos.
-Encantado.- me sonríe y me tiende la mano.-bonito nombre.
Me fijo en el tatuaje que lleva en el hombro. "Karpe Diem" con una enredadera.
-Gracias. Bonito tatuaje.- le digo devolviéndole el cumplido.
Vuelve a mirar a mi prima.
-¿Dónde vais?
-A comprar pan. Lali y su familia acaban de llegar de Madrid y vamos a comer. ¿Y tú de dónde vienes?- le contesta Elena
-Pues vengo de casa de Alex, que acaba de llegar.-Ese nombre se me clava por los oídos.-Le he dicho que venga esta noche a la verbena. Me imagino que vosotras también vendréis ¿no?
-Por supuesto, allí estaremos.-A mi prima se le iluminan los ojos.-Bueno, nos tenemos que ir, nos vemos luego, ¿ok?
-¡Vale, adiós guapas! Encantado, Lali.
-Igualmente.- le digo sonriendo.
Marcos se da la vuelta y se va.
-Oye, ¿de qué fiesta hablabais?- le pregunto extrañada.
-La de esta noche, la verbena. Ven conmigo y mis amigas, ¡por fa!
La miro de reojo, y veo su cara. No es la de esta mañana, se le ha cambiado cuando ha visto a ese chico. Ahora es aun más alegre. En verdad no me apetece mucho, pero quizá, por la ilusión de Elena, merezca la pena ir. Cogemos las bicicletas y seguimos pedaleando, mientras pienso en ese nombre, "Alex", que sin saber por qué, relaciono con el chico de esta mañana.

martes, 21 de diciembre de 2010

3. Alex

¡Hola gente! Lo siento por la tardanza, pero han sido unos días un poco estresantes, os ruego que me perdonéis. Espero que no me hayáis echado mucho de menos. Bueno, aquí por fin os dejo el tercer capítulo, espero que os guste y lo disfrutéis. Besitos :D

Fotógrafo: Miquel Mas Fiol


¿He oído bien? ¡¿Lali?! Vamos, no puede ser ella. Sería demasiada casualidad. Es que la chica con la que hablé era muy maja, aunque tampoco la conozco mucho. Además, seguro que ella no es la única chica que se llama así en este mundo. Será mejor olvidarme, sí, no hay que obsesionarse.

Me pego un sopapo a mi mismo para intentar espabilarme.

Estamos pasando por al lado de la playa, por donde voy casi cada verano para ir a casa de mi padre, aunque desde que nació mi hermana no hemos vuelto.

Él vive fuera de casa por motivos de trabajo y solo viene en algunas fiestas y cuando puede. Es el dueño de una gran empresa publicitaria. Mi madre dice que algún día tendré que seguir sus pasos, pero yo aspiro a otras cosas.

Siento como se para el coche y miro por la ventana, reconozco el paisaje. La misma calle, la misma playa, y la misma casa. Bajamos todos del coche.

Mi madre, mi hermana y Bárbara entran mientras yo y Carlos, el chofer que aun está de malhumor, cogemos las maletas.

Me paro frente a la playa y miro el mar, color azul eléctrico. Lo oigo, lo huelo, lo siento. Vuelvo a mi infancia, donde jugaba en esa misma orilla a hacer castillos; todo era más fácil. Desgraciadamente, ya no soy así.

-Alex, vamos, entra.- me llama Bárbara.

Salgo de mi corto paréntesis de recuerdos apartados y entro en la casa.

Todo sigue igual que antes, todo tan reluciente. Me recibe una gran sala de paredes blancas y techos altos. La escalera es la dueña de mi atención. Recuerdo que cuando era pequeño me caí por esas escaleras, me sangraba la nariz y mi madre se puso como loca, y en cambio mi padre, muy tranquilo me dijo: "Alejandro, aun no tienes edad para hacer puenting" y se fue riéndose. Típico chiste malo de mi padre, él siempre ha sido así.

A partir de ese día comprendí que querer ser Superman dolía y lo dejé en la lista de cosas pendientes.

Me alegro de poder recordar esos buenos tiempos, en que mi única preocupación era que por la noche no quería irme a dormir para seguir jugando.

Sigo mirando a mí alrededor. Cuadros modernos decoran las pareces y hay pocos muebles. Hay dos puertas correderas en cada lado de la habitación. Una de ellas se abre y sale Bárbara.

-¿Está mi padre?- le pregunto

-No, aun no ha podido llegar, pero nos han dicho que no tardará demasiado.

-Vale. Si me necesitáis estaré en mi cuarto.

Cojo mi mochila pequeña y mi maleta y subo las escaleras. Recorro el largo pasillo y abro la última puerta a la izquierda; solo veo oscuridad.

Dejo las cosas encima de la cama y abro la ventana para que se airee la habitación.

Las mismas pareces celestes, el mismo armario que me daba miedo cuando era pequeño, el mismo escritorio. También seguían ahí las mismas cortinas feas de flores y la estantería con mi vieja colección de scalextric.

Miro en el techo y diviso una mancha de humedad, debida a que Marcos y yo creamos una piscina en la terraza. Como no nos dejaban ir a la playa, cogimos la manguera y llenamos toda la terraza de agua. Tanto, que el agua traspasó el suelo y llegó hasta el techo de mi habitación. Luego había goteras e hicieron una gran obra en la casa para que no hubiera humedad, y mi madre se empeñó en tapar la mancha con pintura, pero ahí sigue.

Sonrío. Éramos unos enanos.

¿Qué habrá sido de él? Miro por la ventana hacia su casa. Parece que ya no vive nadie, ni un alma. Era mi mejor amigo, y ya ni siquiera tenemos contacto. No me acuerdo de la última vez que le vi.

Cojo la maleta y la pongo debajo de la cama, me da pereza colocar la ropa en el armario.

Me siento en la cama, estoy muy cansado. Agarro mi mochila y saco mi cuaderno. Voy a las últimas páginas que usé. Dibujos de mujeres y hombres vestidos de todo tipo. No doy en la página que quiero y abro por una en la cual hay una mujer con un vestido negro, casi igual que el que llevaba mi madre esta mañana. Cuando lo dibujé me basé mucho en el que se compró ella, pero lo hice algo más exagerado.

La moda es mi pasión, y sobretodo dibujar, diseñar. Cuando estoy muy nervioso y quiero pensar cojo un lápiz y ya está. Me suelo fijar mucho en la ropa que llevan las personas, sea quien sea. La gente dice que soy raro, y que en un chico de mi edad eso no es muy común.

Voy pasando página tras página. Desde vestidos con el estilo de Lady Gaga hasta prendas que parecen pijamas. También hay vestidos de noche y pantalones baqueros por casi todas las hojas. Hombres y mujeres coloreados con lápices de madera. Y ahí está, la ultima página donde voy a hacer otro dibujo más.

Cojo el lápiz y sin pensar empiezo a dibujar. Es una mujer, o más bien una chica.

Una negra y lisa cabellera, unas piernas finas, una piel pálida.

La minifalda vaquera y una camiseta ajustada dibujan un cuerpo casi perfecto. Calza sandalias de cuero y lentejuelas. Es perfecta. Vuelvo a la realidad al oír que suena la puerta.

-¡Adelante!

Se abre rápidamente y mi corazón da una vuelta de 360 grados.

Un chico, unos años mayor que yo, alto y robusto me sonríe. Un tatuaje adorna su piel y lleva dos pendientes de coco. También tiene un piercing en la nariz.

Sus greñas rubias y rizadas hacen que lo reconozca.

-¡Marcos!

Me levanto de la cama corriendo y lo abrazo con fuerza.

No me lo creo, estoy nervioso.

-Joder Alex, cuanto tiempo.- murmura.

Dejamos de abrazarnos.

-Dios, Marcos, ¡¿qué haces aquí?!-le pregunto sin saber que decir.

- No sé si te acuerdas, pero vivo delante tuya.-contesta riéndose.- el otro día me encontré a tu padre y me dijo que veníais. Hacía mucho que no te encontraba por aquí.

-Ah ya, se me había pasado.- miento.

Se ríe. Dios, como ha cambiado. Es impresionante. Pasó a ser del niño flacucho y con dientes de conejo, que yo a su lado parecía más mayor, y ahora… comparándolo conmigo es algo similar a Rocky Balboa.

-Oye, yo ahora me tengo que ir, pero esta noche sobre las ocho te paso a buscar, que hay fiesta aquí al lado.- me dice como si nos hubiéramos visto ayer.

-¿Qué fiesta?

-Verbena, como cada año.

-Vale, supongo que sí iré ya que no tengo mucho que hacer. Aunque estoy algo cansado…-le digo remugón.

-Venga tío, no me seas así.- insiste.

-Pff… ¿con quién vamos?

-Mi primo Jaime y algunos más, y creo que allí habrá algunas chicas.- Me contesta levantando una ceja.

Sonrío pícaramente.

-Bueno, está bien. ¡Pero que estén buenas!

Se ríe a carcajadas.

-¡No sabes nada!- me da una palmadita en la espalda- bueno, luego nos vemos ¿vale? Espero que estés listo ¡Hasta luego!

-Adiós.

Se va de la habitación.

Estoy casi emocionado. Ha pasado tanto tiempo y sigue siendo aquel chaval que me manejaba para hacer travesuras, aunque ya no es un chaval. Me gusta pensar que después de tantísimos años me sigue tratando como siempre, que no ha cambiado nada, ni siquiera sin mantener contacto.

Voy a recoger todo lo que hay encima de la cama cuando veo el boceto rápido que acababa de hacer. Joder, se parece a ella, a la chica de esta mañana. Dios, estoy obsesionado.

Arranco la hoja, la arrugo y la tiro por la habitación.

Salgo de allí con velocidad, intentando pensar en otra cosa.

Quiero que sean ya las ocho, y solo son las doce y media.

Se me hará eterno, lo sé.



viernes, 10 de diciembre de 2010

2. Lali

Fotógrafo: Miquel Mas Fiol.




Ya estamos llegando. Suena la voy de mujer por el micrófono pidiéndonos que nos abrochemos los cinturones. Vuelve a pasar otra vez la azafata estirada que me mira por encima del hombro. ¡Qué agonía! El hombre que se sienta delante se ha dormido y ronca como nadie, los caramelos de fresa saben más bien a goma quemada pringada de sirope caducado, y para colmo la radio del avión pone canciones de las que le gustan a mi abuela. Creo que cuando baje del avión besaré el suelo, la tierra firme.

De repente siento como tiembla el respaldo de mi asiento y oigo gritos detrás de mí.

-¡Adrián, Diego! Cerrad el pico y estaos quietos.- les digo a los dos individuos que se sientan en las butacas traseras. Mis hermanos gemelos, los dos trastos. Tienen nueve años y muchos nervios, al igual que ideas peligrosas.

-¡Uh! ¡Lali se enfada!- canturrean detrás mía mientras me estiran del pelo.

Me giro y me pongo de rodillas en el asiento.

-Mirad niñatos, como se os ocurra tocarme un solo pelo de la cabeza os juro que...- pero antes de que pudiera acabar la frase, pasa por allí una vez más aquella azafata con cara de no haber evacuado del todo bien esta mañana.

-Disculpe señorita, pero está molestado a los demás pasajeros. Si no le importa, siéntese correctamente en el asiento y procure no alborotar mucho a estos dos angelitos.-en cuanto dice eso, mira y sonríe a mis hermanos que están sentados con cara de buenos. Se ve que se han hecho muy amigos los tres durante el vuelo, hasta les ha traído papeles y lápices para que coloreen. Con un papel han hecho un dibujo para la azafata, con flores y arco iris; con otro, me han dibujado a mí sin cabeza, y con los demás han hecho aviones de papel.

Oigo a la azafata decir "estos chicos de hoy en día necesitan disciplina" mientras se va. "Y tú lo que necesitas es tomar All-Bran", pienso yo.

Me coloco y saco el dibujo que me han hecho. Lo rompo y en una parte escribo: "esto no quedará así". Hago una bola de papel y se la tiro a ellos. Al cabo de un minuto me la devuelven con una sola palabra: "tonta".

****

Tres cuartos de hora después estamos en la autopista saliendo del aeropuerto de Palma de Mallorca, en el coche de mi tío.

El reloj marca las 11:42. Molinos y campos de hierba seca embellecen el paisaje veraniego. Oigo como mi familia habla sin poder escuchar lo que dicen, ya que intento oír la música de la radio. Al instante empieza una canción que me resulta familiar.

-Sube el volumen, por favor.- le pido a mi tío.

-¡Claro reina!-me contesta un cincuentón regordete y muy simpático que va al volante.

La melodía que sale por los altavoces me fascina. Una guitarra que no hace mucho escuché, me hace sonreír. "Well, you done, done me and you bet I felt it..."

Jason Mraz me deleita una vez más con la misma canción. Me recuerda al chico que conocí ayer por el Messenger, me dijo que le gustaba. Sé que fui un poco imprudente al agregar a alguien sin conocerlo de nada, la verdad. Aunque no todo el mundo puede ser malo con esto del Messenger, esta vez tuve suerte.

Vi su correo en un mensaje de cadena que me envió mi prima Elena, quizá lo conozca, aunque sería demasiada casualidad.

De repente el coche se para bruscamente y el sonido de la canción se rompe con el pitido de un auto.

-¡Pero qué haces payaso! ¿No ves que tengo preferencia?- grita mi tío desde la ventanilla al conductor de un BMW negro que se ha cruzado en nuestro camino.

-¡Qué dices! No sabes mirar las señales de tráfico.- le contesta el conductor del otro coche.

Mi tío sale irritado, y el otro conductor, al ver que mi tío se baja, también él. Se acercan con la idea de montar un escándalo allí, pero antes de que lleguen a estar más cerca de lo que toca mi padre los separa.

-A ver, tranquilitos.- les dice apartándolos.

-¡Pero yo tenía preferencia!-grita mi tío muy enfadado.

-Venga, venga, haber si tenemos que volver a la autoescuela.

Me bajo del coche para intentar calmar el asunto a la misma vez que se abre una de las puertas del BMW.

Se gritan, ya no saben ni lo que dicen. Palabras e insultos mezclados tienes a media rotonda con cara de susto.

-¡Que os tranquilicéis!-grito.

-¡Parad ya, Carlos, no te rebajes más!- oigo la voz dulce y varonil del chico que ha salido del otro coche. Me gusta pero lo disimulo.

-¿Rebajarse a qué?- le pregunto alterada. Aquel chico me mira sorprendido. Tiene unos grandes ojos verdes que se clavan en mi mente como dardos.

Un cabello alborotado cae por su frente de piel pálida y sin ningún tipo de impurezas. Es rubio, con el pelo ondulado. Su boca de labios finos esconde unos dientes perfectos.

Viste elegante, demasiado elegante para un chico de mi edad, o quizá un año más. Probablemente sea uno de los chicos más guapos que haya visto en mi vida.

-Pues a discutir con alguien que no sabe respetar las normas cuando va por la carretera.-Se acaba de romper la magia.

-¿Ah sí? Perdona, pero mi tío tenía preferencia.

-¡Qué vas a saber tú de conducir!- me dice burlón.

-Anda, ¿y tú sabes mucho, no?- le pregunto enfadada, pero antes de que me pudiera contestar se oye el pitido de un silbato.

-¡A ver! ¿Qué está pasando aquí?

Un policía interviene en la pelea.

-Pues mire usted, es que este hombre no sabe ir por la carretera.- se explica mi tío.

-¡Venga ya!- interviene el otro hombre.

-¡Silencio! No saben hablar como personas normales.

El policía saca un bloc de su bolsillo y escribe unas cosas rápidamente.

-Tengan, sus respectivas multas. Que no vuelva a ocurrir, ya son mayorcitos ¿no creen?

El policía se va. Mi tío y el otro hombre también.

-¡Aprende sobre carretera!- me grita el chico con el que discutía, mientras se va.

-¡Idiota!- le grito.

-¡Lali, vuelve al coche ya!- exige mi madre.

En ese mismo instante veo como el chico, que ya estaba a punto de meterse en su coche, se gira rápidamente y me mira. Mierda, seguro que ha oído a mi madre. Me extraño, esta vez no me mira con cara de prepotente, sino de sorprendido, y creo que hasta sonríe.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

1. Álex



Fotógrafo: Miquel Mas Fiol.


Definitivamente, no lo aguanto más. Si no fuera porque se acaba el curso, Junio sería uno de los peores meses del año. El calor sofocante, la playa repleta de guiris y mis amigos de viaje hacen que tenga ganas de que llegue Julio, muchas ganas.

-¡Alex! ¡Date prisa o llegaremos tarde!

La voz de Bárbara retumba en la casa vacía, vacía de buenos recuerdos, vacía de amor. Suspiro. Cierro la ventana de mi habitación y dejo que la suave brisa veraniega de las once de la mañana se corte. Corriendo, bajo las estrechas escaleras y me dirijo hacia el umbral; Bárbara me espera.

-¿Qué hacías? Sabes que a tu madre no le gusta esperar- me dice remugona.

-Lo siento, ya me conoces.-contesto sonriente mientras le doy un beso en la mejilla.

Monto junto a mi madre en la parte trasera del BMW negro que me espera. Dentro hay una especie de olor a vainilla del agradable perfume de mi madre, que mezclado con el ambientador nuevo, se hace insoportable. Abro el cristal tintado para que entre aire.

-Cierra, que me puedo despeinar.-me exige mi madre. Es lo primero que me ha dicho en toda la mañana.

-Pero mamá…

-He dicho que cierres.

Un sentimiento me recorre como un puñal del corazón al estómago, un grito vacío que solo quiero que oiga mi madre. Sé que me quiere, pero es de esas personas que lo disimulan, como si quisieran que los demás no lo supieran.
Hoy está guapa. Lleva un vestido negro y ajustado, de manga corta y con tachuelas. Acaba encima de las rodillas, dejando mostrar unas largas piernas. Lleva sus sandalias negras de tacón, las que se compró la semana pasada, y no le falta el color rojo chillón a sus uñas, el mismo que el de sus labios; quizá demasiado chillón para mi gusto. Su pelo rubio, recogido en un moño, es idéntico al de mi hermana Arantxa, que se sienta a su lado.
Ari, como yo la llamo, ha querido hacerse el mismo peinado que mi madre, diferenciando que su moño lleva pinzas de colores. La idolotra, más que a cualquier persona en este mundo, pero sigo sin comprender por qué, aunque con cinco años, es lo más normal que tengas a tu madre, sea como sea, en un pedestal.
Saco mi iPhone y me pongo música al azar. Escucho la última canción que gravé ayer por la noche. La guitarra de Jason Mraz en "I'm yours" retumba en mis oídos dulcemente. Ella anoche la estaba escuchando, aquella chica que me agregó al messenger sin saber quién es. Sólo me dijo su nombre y poco más, enseguida se fue. "Lali". Es un nombre extraño, pero me gusta. Quiero volver a hablar con ella a pesar de que solo cruzamos unas palabras, y sinceramente, no sé por qué.

La noche anterior.

Abro mi ordenador portátil sentado en mi cama y oigo el ruido que hace al encenderse.
Veo el fondo de pantalla, Pedro y Katia están a mi lado junto a un árbol de navidad inmenso. Fue la navidad que fuimos de vacaciones a Nueva York. ¡Qué bien nos lo pasamos! Y qué bien recuerdo aquella señorita americana que quería ligar con Pedro. Sí, seguro que él tampoco la ha olvidado.
Me río solo en la inmensidad de mi cuarto cuando por fin se carga el messenger. Un contacto quiere agregarme: lalila96@msn.com. Aceptar. Supongo que será una chica, no será nada malo.
Está conectada.
-¡Hola! ¿quién eres?- le saludo.
Un nick lleno de colorines no tarda en contestar.
-¡Hola!- su saludo va acompañado de un emoticono que sonríe. Parece simpática.-Soy Lali, he visto tu messenger en un correo electrónico de esos que mandan de cadenas, y me ha dado curiosidad.
Su imagen de perfil es una ranita de dibujo que se mueve.
-¡Ah, vale! Bueno, yo soy Alex, encantado.- esta vez soy yo el que le pone una cara alegre, y no solo en la pantalla.
-Igualmente.
Veo como su subnick cambia repentinamente y me señala que está escuchando una canción. "Jeason Mraz - I'm yours". Me entra curiosidad y me la descargo. Las primeras notas me enamoran de esa melodía.
-¡Ei, me gusta la canción que estás escuchando!- le digo mientras saboreo cada una de sus notas.
-¿Sí? A mí también, es preciosa. Cuando estoy triste, la escucho y al menos me hace olvidar- contesta mientras oigo las últimas palabras que Jason canta. Me pregunto si ahora estará triste- Bueno, me tengo que ir ¡Mañana me voy de viaje!
-¿Dónde?- le pregunto junto con una cara sorprendida.
-A Mallorca.
Ahora el que se sorprende soy.
-¡Yo soy de Mallorca!- le digo entusiasmado.
-¿Enserio? ¡Qué coincidencia! Espero verte por allí este verano- me dice añadiendo un "Jaja".
-¡Sí, eso espero! Adiós.- se despide con una cara sonriente y se desconecta antes de que me de tiempo a despedirme como toca.
Qué chica tan simpática, me gustaría conocerla en persona. Cierro el messenger y el ordenador después de pasar la canción a mi iPhone, pensando en que quizá mañana pueda depararme el destino algo interesante, aunque más bien no es un pensamiento, sino una esperanza, y aunque quizá no lo quiera reconocer, me gustaría que pasara algo que me uniera a aquella tal Lali.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Me voy con ella.


Aquella noche llegó cansado del trabajo.
Sus ojos inyectados en sangre se posaron en ella una vez más.
Ella cerró la puerta para que me aislara de aquel mundo que desgraciadamente, sí existía.
Un frío "¿qué hay de cenar?" me erizó la piel.
-Sopa.
-¡¿Sopa?! ¡Te dije que hicieras carne!
-Lo siento, no quedaba, no pude ir a comprar...
Un segundo de silencio y un gemido.
-¿No sabes hacer nada bien?- Le susurró él.-¡Dime! ¡¿no sabes?!
-Pero si te encanta...
Se empieza a oír un llanto, me tapo con las sábanas.
Un golpe, un grito; un silencio, un chillido.
-Pero si yo ...
-¡Cállate zorra!
Un bofetón le rompe la ceja; un empujón la hace caer a ese suelo de parket que un día eligieron juntos. Ella se arrastra, intenta coger el teléfono.
-¡Déjame! ¡Por favor!
-¡¿Dónde coño te crees que vas puta?!
Llantos, el de ella y el mío.
Odio, ira, el de ese extraño al que un día llamé "papá".
Días, noches, meses de angustia.
¿Y la felicidad? ¿ Y las navidades? ¿Y las sonrisas que un día fueros para ella?
Besos que se convierten en mordiscos, caricias transformadas en arañazos. Ojos de amor que todavía quieren seguir viendo al hombre con el que se casó.
La coge, una patada en la boca. Sangre, pero más le duelen sus palabras.
Él se levanta, se va. Ella intenta incorporarse. Tiembla, se va a un rincón.
Tiene miedo. ¿Por qué, por qué a ella?
Piensa en mí, lo sé.
"Tranquila mamá, se fuerte hasta el final. Yo estaré bien"
Lloro, quiero abrazarla. Recuerdo, tiemblo, río. Vuelvo llorar.
El miedo habita entre el salón y mi habitación. La rabia, está en la cocina.
Se oyen pasos, él vuele.
Temblamos las dos, no queremos respirar.
-¿Qué haces con eso?- Se oye su voz dulce y temblorosa.-No, por favor. ¡No lo hagas!
-Muérete.
¡¡¡¡ PUM!!!
Se acabó. Se terminó. Ella ya no está. Me quedo en blanco, quiero correr. Quiero estar con ella.
Por favor, vuelve mamá, no te vayas. Sabes que yo sin ti no puedo.
Lloro, lloro más. Tiemblo. ¿Dónde estás?
Se oyen pasos. No puede ser.
Abre la puerta. Es mi final.