Ding dong.
Espero que me abran la puerta mientras golpeo con el pie en el suelo intentando calmarme.
Al cabo de un momento abre la puerta una mujer de unos cincuenta años, bastante pintoresca.
Es bajita y regordeta. Su pelo encrespado y corto está mal teñido de naranja chillón, que en un pasado imagino que fue rojo. Viste con una túnica de colores chillones, larga y ancha, y sus brazos están decorados con varios tatuajes, al igual que su oreja derecha de numerosos pendientes. Sin duda, la madre de Marcos.
Me mira con unos grandes ojos azules, los mismos que su hijo.
-Emmm... hola, ¿estaría Marcos?
Me sonríe sin desconfiar con una boquita diminuta.
-Si, bonita, pasa. Soy Caterina, la madre de Marcos, pero puedes llamarme Cate. Marcos está arriba, voy a llamarle. ¡Gordi, baja, tienes visita! Estará con la guitarra. ¿Tú eres su amiga? Nunca te había visto por aquí. ¿Qué hará este niño que no baja? ¡¡Gordito!!
Intento contener la risa. Realmente no sé como he llegado a casa de Marcos. Bueno, más bien, como le he sonsacado a Elena la dirección y he escapado de sus garras.
-Mira, este chaval no baja. Sube a su cuarto. Es al fondo del pasillo a la izquierda.
-Vale, gracias.
Voy por las escaleras pensando que voy a echarle la bronca de su vida. Poco a poco oigo su guitarra más cercana, notas sueltas.
Toco a la puerta y la abro.
Veo una habitación inmensa, llena de pósteres y fotografías de todo tipo. La cama deshecha y todo por en medio. Por la ventana entra un brisa ligera, y la televisión está encendida, pero sin voz.
-Deja que adivine por qué estás aquí.- me dice Marcos sin ni siquiera girarse para mirarme.-Elena.
-Y si sabías que esto iba a pasar ¿por qué lo has hecho?
Aparta la guitarra, se levanta y me mira serio, muy serio. Intimida.
-Lo que haya hecho no te incumbe a ti.
-Pero sí le incumbe a mi prima, y me parece que tengo todo el derecho a venir a hablar contigo.-Mueve la barbilla, sin querer reconocer que tengo razón. Eso me da fuerzas.-¿Por qué diablos lo has hecho? ¿Qué te ha hecho mi prima para que le dejes sin ningún motivo?
Se echa las manos a la cabeza y se tira a la cama de espaldas.
-¡Contesta tío!
-¡¡No quiero hacerle daño!! ¿Vale?-contesta finalmente nervioso y enfadado.
Suspiro, dejo el bolso y me siento al lado de él.
-Eres un capullo ¿lo sabías?
Me calmo, se calma.
-¿Quieres una Coca-Cola?
-Si insistes …-intento bromear para caldear el ambiente.
Se levanta y abre un pequeño frigorífico. Saca dos botellas de Coca-Cola fresquita. Les quita la chapa y me da una.
Me incorporo apoyándome en la estructura de metal que hay en los pies de la cama, con las piernas estiradas, y él en frente mio en la misma postura.
-Estoy dispuesta a que me cuentes lo que pasa sin enfadarme demasiado.
Suspira, bebe de su botella.
-Mira tía. Elena es la clase de chica que todo hombre quiere tener. Es una preciosidad y es más buena que el pan. ¡Pero es que tiene quince años!
-¿Y?
-¿Cómo que “¿y?”? Vamos a ver, ya soy casi un adulto y cuando acabe el verano me voy a viajar, voy a conocer toda España, y luego seguiré por Europa. ¿Crees que me voy a aferrar a una chavala que ni siquiera ha acabado el instituto?
-¡Pero es que lo dices como si fuera culpa suya!
-No, joder, no es culpa suya pero …
-¿Pero qué?
-¡Que no quiero echarla de menos!
Ohhhhhhhhh. ¡Qué mono es Marcos cuando quiere! Pero no se lo digo, tengo que mantener mi posición de prima enfadada. Además, lo de conocer Europa me parece super guay.
-Marcos, lo que dices no tiene sentido. Si ahora que puedes estar con ella antes de irte prefieres alejarte y partirle el corazón ¿por qué la ilusionas?
Me mira pensativo.
-Mira, un ejemplo. Es como tú y Alex.
Se estremezco. ¿Qué querrá decir?
-Cuando se acabe el verano probablemente perdáis todo el contacto y la ilusión que tenéis ahora. Sois solo un juego aunque os queráis, porque simplemente no puede ser más que eso, un juego. Solo que vosotros os arriesgáis sabiendo que lo vais a perder.
Me pongo triste, la verdad es que no lo había pensado de ese modo. Pero tiene razón y eso me duele realmente.
-No sé que decirte, Marcos ...- comento derrotada.
Hace una media sonrisa triste, casi de compasión, dándose cuenta de que su comentario me ha herido. Sin embargo, no parece sentirse culpable.
-Anda, ven aquí.- me hace el gesto de que me siente a su lado, y obedezco mientras se me nubla la mirada.
Me incorporo y él me rodea los hombros con el brazo mientras me da un beso en la mejilla.
-Fea.
Le miro con una falsa rabia mientras intento que no se me empapen demasiado los párpados.
-Sois muy valientes, ¿sabes?
No digo nada, no puedo.
Sé que esta expresión es muy poco tierna, pero ¿sabéis cuando tenéis esas ganas de vomitar increíbles pero no hay manera de que salga? Pues así me siento ahora mismo, pero en lugar de tener el dolor en la tripa, lo tengo en el corazón. Solo es para que me entendáis.
-Tienes razón Marcos, somos valientes ahora y luego lloraremos. Pero no seas egoísta, y aunque luego te duela, no te quedarás con la duda de “qué hubiera pasado si ...”, que me parece que eso es peor. Una vez alguien muy sabio me dijo que es mejor arrepentirse de lo que has hecho que de lo que no has hecho.
-Probablemente tengas razón. Lo pensaré.- me dice mientras me sonríe y me atrae hacia él.-Solo te digo una cosa. Alex ha sido desde enanos, uno de mis mejores amigos, y te puedo asegurar que la única vez que lo había visto así de pillado por algo fue a los nueve años, cuando le compraron una bicicleta. Entonces los dos estábamos enamorados de aquella preciosidad...
-¿Me comparas con una bici?- le digo con un tono gracioso.
-Bueno, para nosotros, las tías y las bicis sois más o menos igual de importantes … - contesta mirando para arriba con gesto de disimulo.
-¡¡Oye!!
Le pego un puñetazo en la barriga, pero no muy fuerte y me levanto de un salto. Miro la estantería con todos sus video juegos.
-Tienes todos los de Mario Bross. Interesante...
-¿Jugamos?- me pregunta mientras se hecha las manos a la nuca.
-¿Va enserio?
-¿Por qué no?
****
Dos horas y media picándonos a ese juego tan tonto y bebiendo Coca-Cola. Esta noche no dormiré, os lo aseguro.
Salgo de su casa después de despedirme de él. Las primeras sombras del anochecer me saludan y me devuelven a un pensamiento que no he conseguido evitar en toda la tarde.
Y vuelven las ganas de vomitar. Y se me vuelven a empapar los ojos, pero esta vez dejo que se me corra un poquito el rimel.
Ya es tarde, muy tarde. Me estarán esperando para cenar, y me reñirán en cuanto llegue. Conociendo a mi madre, seguro que pensará cosas raras cuando vea que no estoy con Elena.
Camino despacio reflexionando sobre lo que le voy a decir a mi prima sobre Marcos cuando llegue. Y a mis padres. Buff. Ya improvisaré. ¿Qué sugerís?
Por ahora, seguiré disfrutando del dulce paseo hasta mi bronca correspondiente.
¡¡Hola!! He empezado a leer tu historia hoy. Entontré tu blog a través de otro blog que seguía. Buscaba historias de este tipo, que me hicieran pasarlo bien, reirme a la vez y enamorarme. Y sinceramente, la tuya lo ha conseguido. Llevo leyéndola toda la mañana, ¡¡me ha encantado!! Espero que sigas escribiendo porque realmente, es de las mejores que he leido. Gracias por hacerme disfrutar leyendo, un beso.
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