Small grasshoppers.

miércoles, 1 de junio de 2011

16. Lali

Fotógrafo: Miquel Mas Fiol.

Modelos: Vasilena Yankova(izquierda) y Laura Rubio(derecha).

-¡Niñas, bajad a hacer la compra!- se oye la voz de mi madre desde abajo.

-Pff ...-suspira Elena.

-¡Ya vamos!-respondo.

Con gesto de querer darse un respiro, Elena sube la música del PC y empieza a cantar. Su acento en inglés novato suena mejor compaginándolo con el que sale de la enorme boca de Steven Tyler. Me hace gracia verla cantar, con el perchero en la mano simulando una guitarra-micrófono.

-I go crazy, crazy. Baby, I go crazy ...- me canta rascándome la barbilla y levantando la ceja. -mira, las chicas del videoclip se parecen a nosotras.

-Casi como dos gotas de agua- me burlo de su comentario.

-¡Chicas, bajad ya!

Paramos la música y nos ponemos los zapatos. Cogemos los bolsos comprados en un mercadillo, casi idénticos.

Bajamos y nos vamos por la puerta principal después de coger el dinero y la larga lista de la compra que nos han dejado.

-¿Sabes? Antes la compra era la mitad.-me dice bromista.

La empujo riéndome.

-¡Tonta! Puedes estar tranquila, me iré dentro de poco y la lista de la compra volverá a ser igual de corta que antes.

Me abraza y me estruja las mejillas mientras llegamos a la tienda, que está casi a la vuelta de la esquina.

-Aiii, pero si sabes que yo te quiero mucho primita...

-Si si si, ahora no intentes arreglarlo.- le digo falsamente indignada.

Intentamos entrar a la tienda cuando un pitido y un sonido de una moto nos hace pararnos.

Nos giramos las dos entusiasmadas por el sonido del vehículo.

Una mezcla entre emoción y sorpresa sentimos las dos cuando la moto se para delante nuestra.

Se sube el cristal del casco y vemos los ojos verdes de Alex, pícaros.

-Pero, ¿y esto?- le pregunto sorprendida.

-¿Subes, muñeca?- me dice haciéndome un gesto con la cabeza.

Las dos reímos. Miro a mi prima con cara de pena.

-Vete anda, pasa un buen rato. Pero no tardes, yo no puedo volver a casa sin ti.

-Te quiero Elena, eres la mejor.- le digo después de darle un beso enorme en la mejilla.

Subo a la moto, que es una especie de Harley de color rojo y negro, brillante y espectacular.

-No es una Vespa, pero espero que esté a tu altura, princesa.- me dice Alex algo bromista.

-Me conformaré. Calla y arranca, caballero andante.

Me hace caso, y después de ponerme el casco, subimos calle arriba. Poco a poco nos vamos alejando más de la civilización, cada vez hay menos casas y menos coches, y la velocidad aumenta cuando el camino es recto y poco peligroso.

El paisaje me recuerda a cuando era pequeña, las fotografías que veía de sitios así. Árboles que cada vez se hacen más pequeños; casas, edificios del tamaño de una mota de polvo, y finalmente y no tan lejos, el mar. En cualquier punto donde estemos, ahí está él rodeándonos.

Estamos bastante rato en la moto, y pienso en la pobre Elena, que se quedará esperando.

Subimos a una montaña y para en un punto en medio de ninguna parte, cerca de Deià.

Me quito el casco y bajo del vehículo. Alex me ayuda. Me coge la mano y la besa delicadamente.

Aparto mi vista de sus ojos, de él, que me sonríe con cierto halo de tristeza.

Miro el mar, el mar amplio e infinito. Azul como el cielo. Revuelto por el viento, que acaricia mi piel delicadamente, que me enfría. Cierro los ojos y lo huelo. Huelo el mar, y por un momento mis oídos bailan con las olas. He desaparecido.

Pero vuelvo a la realidad cuando siento que Alex me abraza por detrás, y a decir verdad, la realidad es mejor que mi pensamiento bohemio.

Me besa en la cara y apoya su barbilla en mi hombro. Le miro de reojo, pero él no se da cuenta. No se da cuenta de que le estoy viendo llorar, como sus lágrimas se quieren desbordar por sus mejillas hasta acabar muriéndose en sus labios y su barbilla. No se de cuenta de que me está mordiendo el corazón, como decía aquella canción de Despistaos.

Cuando lloras, se para el mundo, y nunca sé que decir. Cuando lloras, yo me hundo y no me sale fingir. Cuando lloras, las horas le dan la vuelta al reloj. Cuando lloras, a solas, me muerdes el corazón ...

Le acaricio la mejilla y le seco las lágrimas con delicadeza. No le pregunto que le pasa, solo le abrazo como si ya lo supiera, como si no fuera nada nuevo para mi, intentando mostrarme tranquila, dándole seguridad. Juntamos nuestras narices casi al borde de besarnos, y oigo su aliento agitado por el llanto.

-Eh, tranquilo. ¿Qué te ocurre?

-Mi padre, mi madre, yo, yo ...-intenta explicarme algo.

-Tranquilo, tranquilo. Ven aquí.- le vuelvo a abrazar.

Me da un beso en la cara, como cuando un crío necesita de alguien que le comprenda cuando está desolado. Le noto frágil, y yo soy frágil si él lo es.

-A veces piensas que dos personas muy cercanas a ti se quieren como se han querido siempre, y un día te despiertas y notas como todo ha cambiado, como la frialdad invade cada parte de tu vida, como ya nunca se volverá a pronunciar un solo te quiero verdadero.- Alex habla desahogándose. Me hago la idea de lo que me quiere decir. Traga saliva y se seca las lágrimas.-entonces lo único que piensas es en esa persona, en tu hermana, que tu deber es protegerla para que no se entere, para que no sufra ni llore, pero sabes que no puedes tenerla las veinticuatro horas del día contigo, y piensas que fallas en tu puesto de héroe, porque realmente no lo eres.

Me siento en el muro con tal de ser un poco más alta que él. Le vuelvo a abrazar y él apoya su cabeza en mi pecho.

-Eres un héroe -le digo conmovida por sus palabras, y sé que no lo hago solo para consolarlo, sino porque le soy sincera. En este momento, ante mis ojos, veo todo un héroe en él. Estoy conociendo muchísimo de su ser, porque él me deja que le conozca. Porque se ha sincerado, y porque no muchos chicos dejan que una persona les vea llorar.-Eres un héroe porque no te vas a dejar vencer, pero a la vez eres una persona con lágrimas en los ojos que a veces necesita derramar. Eres un héroe porque tu corazón es fuerte y rígido, aunque tenga arañazos. Lo eres por querer salvar a tus seres queridos, y sobretodo, eres un gran héroe, solo por intentar serlo. Mira, yo no sé lo que pasa en tu familia, pero quiero que sepas que tú sólo podrás afrontar el problema y lograr que lo afronten los demás. Tú puedes.

Me mira con los ojos brillantes. A lo lejos veo como se va yendo poco a poco el sol.

-Lali, te necesitaba.-dice en muestra de agradecimiento.

-No cariño, no me necesites nunca...

****

Volvemos en la moto después de pasear un rato por allí, contarme lo que pasa con su familia, y también animándolo, gastando bromas. No se como, pero por suerte hemos acabado la tarde riéndonos a carcajadas.

Vamos en silencio. Voy abrazada a él todo el camino, con la cabeza apoyada en su espalda, y a veces regalándole algún beso. Él está mejor, o al menos más animado, y entre nosotros hay cierto aire pícaro, como si el tema con el que hemos empezado se haya zanjado por completo, aunque realmente no sea así.

Llamo a Elena por el móvil. Ya viene, está en casa de Andrea.

¿Habrá hecho la compra? Aunque a decir verdad, la tienda aun está abierta.

La veo a lo lejos llegar.

-Ya era hora, chata.- replica levantando la voz.

Me despido de Alex sin hacer mucho caso a lo que dice mi prima.

Le doy un beso dulce en los labios, cerrando los ojos.

-Te quiero, mi héroe.- le susurro.

Me doy la vuelta y él se pone el casco, pero antes de llegar a Elena siento un golpe en el trasero.

-¡Ai!- digo llevándome las manos atrás girándome hacia él.

Veo como a través del casco me guiña un ojo, arranca y se va.

-Será capullo- comento en voz muy baja, riéndome.

Elena también ríe.

-Anda vamos, que cierran en media hora.

Entramos por la puerta riendo, pero nuestra cara se transforma al comprobar quien hay en dicha tienda.

La banda “chunga” del barrio me da miedo, pero veo que a Elena le aterrorizan.

Los Latineros nos miran riéndose. Nosotras avanzamos casi temblando.

Veo que Ana Cristina no está.

-¿Qué pasa, señoritas, de compras?-nos dice uno de ellos, mientras los demás ríen y nos acorralan poco a poco, hasta no dejarnos pasar.

-Mira Nolo, vaya una rubia eh...-dice uno de ellos refiriéndose a mi prima.

Y ese nombre … me resulta familiar. Le miro a la cara y sí, le recuerdo. Es el pizzero, el que sobresaltó al oír el nombre Ana Cristina.

Quien lo diría, y parecía buena gente.

-Dejadnos en paz-dice Elena.

-Vamos nena, ¿no quieres que vayamos a jugar un rato con esto?- dice uno llevándose la mano al paquete.

Elena se pone nerviosa y le escupe en medio de todo el barullo.

El tío la coge del brazo con fuerza y yo, sin pensarlo dos veces, le muerdo a él en la muñeca apartándolo.

-¡Que nos dejéis!- les grito llena de rabia y coraje.

-Vaya vaya … así que la morena quiere pelea. Con que esas tenemos...- intenta meterme miedo mientras se frota la muñeca.

Me levanta la mano pero algo le interrumpe.

-¡Fuera de aquí todo el mundo!- La voz de Marcos suena al fondo de la sala.- ¡¡Fuera!!

-Ya nos veremos, guapas.- dice mientras acaricia la tez de Elenita.

Salen de allí y miran amenazantes a Marcos. Él se acerca a nosotras y nos abraza. Me da un beso en la mejilla con cariño y uno en los labios a mi prima.

-Hagamos la compra y salgamos. Pasaba por aquí y os he visto en apuros. -Coge aliento de nuevo.- Tenéis que ir con cuidad chicas, no sabéis con quien os metéis, son muy peligrosos.

Solo puedo decir una cosa en nombre de Elena y yo. Gracias, Marcos. Y en mi nombre, digo que cada día se aprende algo distinto, y hoy he aprendido que hay muchos tipos de héroes, y cada uno tiene el suyo, solo hay que buscarlo.

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