Small grasshoppers.

jueves, 8 de septiembre de 2011

20. Lali

Lo prometido es deuda, y aquí teneis vuestro capítulo veinte y algunas fotos de mi viaje.

Mañana más, que lo disfrutéis :D












Es noche cerrada.


Calculo que deben de ser las cuatro de la madrugada.


El verano pasa rápido, muy rápido. En muy poco tiempo volveré a Madrid y lo dejaré todo aquí.


La verdad es que no sé muy bien cómo definir ese “todo”, con el mar, con la familia, con los nuevos amigos… o ponerle el nombre “Alex” y acabar pronto.


Vuelvo a escurrirme entre mis sábanas en la oscuridad de la habitación. Lo único que se oye es la respiración de Elena, y algún que otro sollozo mío.


Tengo un nudo en la garganta. Ni siquiera sé lo que ha pasado esta tarde con Alex, porque no llega ni a la categoría de discusión… o eso espero. Pero aun así, esta angustia me mata.


A lo mejor simplemente es melancolía o una mini crisis adolescente, pero me duele.


Claramente me encantaría que el verano se alargara, o incluso quedarme aquí a estudiar o yo que sé, que pasara un milagro, pero es imposible, eso no ocurrirá, lo sé.


“Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”, dijo Pablo Neruda.


Sé que cuando me vaya todo empezará a cambiar, poco a poco o rápidamente, incluso lo que sentimos aunque digamos que no. Pero de lo que estoy segura es que hay cosas en la vida que una persona no puede olvidar, ni dejar de sentir. Hay cosas que pasan y te marcan, que duelen o te hacen cosquillas en el alma. Todo ocurre por algo. Quizá mi destino no sea quedarme con él, quizá mi destino sea estar toda mi vida acordándome de este verano. Quién sabe.


Me doy la vuelta y me destapo bruscamente. Me quedo inmóvil. Tengo calor y frio. Me pongo mirando al techo. Qué desesperación. Me echo las manos a la cabeza y me froto los ojos. Y sin pensarlo me levanto de la cama. Mis pies descalzos empiezan a caminar por el parquet y bajan las escaleras. El suelo está frio y la casa oscura. No debo despertar a nadie.


Entro en la cocina y enciendo la luz. Me deslumbra y arrugo los ojos.


Me lleno un tazón de leche y cereales de chocolate. Me siento en la mesa mientras sigo pensando en nada, cuando de repente oigo un ruido detrás de mí.


Veo la figura de mi madre entrando por la puerta y me sobresalto.


-¡Dios mamá, a la próxima avisa si no quieres matarme!


-Lo siento peque.


Peque. Tendré treinta años y me seguirá llamando así. La miro de reojo mientras hace el mismo recorrido que yo, se echa cereales en el plato y se sienta en frente mío.


-Te has puesto el batín que te regaló papá.


-Sí, pero siento que me hace gorda.- me contesta.


-No digas tonterías, estás estupenda.


Mi madre es una mujer de pelo corto, rizado y negro, muy negro. Tiene los ojos azules más claros que he visto, la nariz puntiaguda, y una boca pequeña que por alguna razón siempre se pinta de morado. También es muy morena de piel, igual que yo. Dos conguitos. Somos muy parecidas, exceptuando su estatura diminuta, los caracoles de su pelo y ese color de ojos que tanto envidio. Sin embargo mi padre y mis hermanos son otro caso.


Se engancha el pelo con la oreja, dejando ver un aro en el cartílago, ese que me encanta y que no me deja que me haga hasta los dieciocho años.


-Lali…


-Dime mamá.


Mira el plato y le da vueltas a la cuchara.


-Tengo casi cincuenta años y en esta larga vida he vivido y aprendido muchas cosas.


-No digo nada, está demasiado misteriosa.-una de ellas es que las ilusiones son perversas.


Hace una pausa y suspira. Saca una foto del bolsillo de su camisón. En ella aparecen mi madre y un chico más o menos de su edad. Están en una playa. Ella tiene el pelo largo igual que yo y un cuerpecillo precioso. Recuerdo el bikini que lleva, yo jugaba con él de pequeña. Sonríe mientras él la moja en la orilla, y sonrío al recordar aquella noche con Alex. Él, alto, atractivo. Tiene el pelo castaño y una sonrisa preciosa.


-¿Es papá? –pregunto fascinada.


-No. Se llamaba Armando, y fue en el verano que me fui a estudiar a Cuba de intercambio. Allí le conocí. Teníamos veinte años los dos. Creí que era el amor de mi vida ¿sabes?


-¿Y qué pasó?


-Tuve que volver. Él me dijo que me quedara allí con él y que nos casáramos, pero no tuve el valor suficiente. Hoy me pregunto qué hubiera pasado…-siento como se le inunda los ojos- Años después me di cuenta de que no era el amor de mi vida, sino mi primer amor verdadero, que son cosas muy distintas. Por eso mismo dicen que el primer amor no se olvida, que permanece intacto en el alma.


No le digo nada. Simplemente la escucho mientras de vez en cuando me llevo los cereales a la boca. Suspira y vuelve a la realidad.


-Lali, sé que vas a pasarlo mal cuando te vayas, es obvio que ese tal Alex te ha cogido bien, pero la vida sigue, y no, no me preguntes que cómo he sabido que tenéis algo, solo hay que verte. Yo, años después conocí a tu padre y ahora soy feliz con él, sin embargo él nunca sabrá lo que te estoy contando. Créeme cuando te digo que aun, después de tantos años, le quiero como el primer día y sé que él es el auténtico amor de mi vida. Armando solo es un recuerdo, y siempre lo será, y no he hecho nada nunca para evitar que lo fuera, ya que sería en vano. Cuando nos vayamos pasarán muchas cosas, gente nueva vendrá a tu vida, y todo estará bien.


Siento como el nudo en la garganta vuelve, y sé que tiene razón. Hay cosas en la vida que nunca podrán ser, y Alex nunca podrá ser para mí. Él será mi Armando. De repente una lagrimita empieza a caer por mi mejilla, y agacho la cabeza. Mi madre agarra mi mano.


-No llores peque, todo irá bien. Además, si te sirve de consuelo, el verano que viene volverás a verle. Yo a Armando no le volví a ver.


-Lo sé, y eso me consuela.- le digo sin fuerzas. Me seco las lágrimas y sonrío.- Gracias mamá.


Me levanto de mi asiento y dejo la taza en el fregadero. Me dirijo hacia la puerta cuando me viene una pregunta a la mente.


-Mamá…


-Dime peque.


-¿Volviste a saber algo de él?


-Estuvimos años enviándonos cartas, lo último que supe de él es que se había casado y tenía dos hijas.


Sonrío.


-Seguro que él también habrá encontrado al amor de su vida.


-Seguro. Buenas noches.


-Buenas noches mami.


2 comentarios:

  1. ¡NO! Yo no quiero que Lali y Alex se separen, porque Alex es el amor de la vida de Lali..
    ¡No se pueden separar porque lo digo yo!
    ¡Que intriga! Publica pronto.
    Besos y cuídate mucho.

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  2. ¡Jo, pues yo si pienso que Alex es el amor de su vida! jajaja
    Yo no quiero que se separen, con lo monos que son.. :3
    Bueno, publica pronto que estoy deseando saber qué pasará, besos <3

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