Small grasshoppers.

domingo, 11 de septiembre de 2011

22. Lali










Las gotas de esta fría lluvia impactan sobre nosotros como ácido, tan rápido como va mi corazón en este momento. Camuflan mis lágrimas de preocupación, de miedo, de… no sé.


En cuanto Alex para la moto pego un salto y corro hasta la puerta de vidrio del hospital. Me dirijo hasta le recepción.


-Busco a Elena Gutiérrez.- le digo a la chica detrás del mostrador. Es tranquila, joven, y mastica un chicle más grande que su boca.- ¿Puede darse prisa?


Me mira con asco y vuelve a la pantalla.


-Piso cuatro, habitación 56.


Salgo corriendo, sin ni siquiera pensar en darle las gracias. Llego al ascensor, le doy al botón nerviosa. Tarda mucho. Veo como Alex me persigue.


-¡Lali, por aquí!


Subimos las escaleras corriendo hasta llegar a la planta. Corro por el pasillo, empapada, con la cabeza en blanco, y diviso a Marcos y a mis tíos al final.


Mi amigo se levanta de repente y me para cogiéndome de los hombros. Apoyo la cabeza en su pecho y dejo que me abrace.


-Por qué esos imbéciles han tenido que hacerle eso a ella, por qué…- susurro desesperada.


-Cálmate.


***


Llevamos tres horas esperando a que mi prima salga del quirófano.


Después de varias tilas no hay quien me mueva del asiento. Tengo el hombro de Alex como almohada y me hago la dormida, a ver si yo misma me creo que pueda descansar un poco. Él se lo ha creído.


De vez en cuando noto un beso suave en la frente y sus manos apartándome el pelo de la cara. Me pregunto qué hubiera pasado esta tarde en su habitación si no hubiera pasado todo esto… Probablemente hubiera sido la mejor experiencia de mi vida o el peor error que hubiera cometido, o las dos cosas.


Noto de nuevo su beso en mi cabeza, y su respiración mezclarse con la mía, pero esta vez es más duradero, y siento que me mira mientras me acaricia. De repente, empieza a susurrar…


-A veces siento que, desde que te conozco he dejado de ser yo al cien por cien. Te has adueñado de una parte de mí, de mi ser. Has cambiado mi forma de pensar y de ver las cosas. Has hecho de mí una persona mejor. Sé que estás profundamente dormida y no te vas a enterar de lo que te estoy diciendo, pero aun así, quería decírtelo. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, y no cambiaría esta experiencia ni aunque no te volviera a ver en lo que me queda de existencia. Eres mi diosa. Eres lo más parecido que he conocido a la magia, y te lo agradezco, porque en este momento no hay nada que te supere.- Siento como se me eriza la piel.- Ya no sé de qué forma tengo que expresarlo… y de hecho, es un poco cursi todo esto, y ahora me da vergüenza…- hace una pausa y a mí, me entra la risa floja, pero la contengo- hemos pasado muy poco tiempo, y por eso yo no me explico cómo puedo quererte de esta manera tan exagerada. Eres la única persona por la que he sentido celos, la única con la que he tenido miedo de perder.-me acaricia.- Perdóname si alguna vez te hago sufrir, y espero que no te olvides de mí. Por muchas personas que pases por mi vida, tú siempre serás Lali, mi Lali. Mi niña, que he intentado evitarlo pero no he podido, me tienes para siempre, te lo has llevado todo. Lali, soy tuyo.


Siento que si abro los ojos dos lagrimones van a caer de ellos. No puedo ni respirar, siento una presión en mi pecho.


-Te amo… -susurro sin abrir los ojos.


Él se sobresalta, pero antes de que pueda decir nada más, llega el médico. Nos levantamos de repente. Se limpia la frente de sudor con una gasa.


-¡Doctor! ¿Qué ha ocurrido?


-Bueno, no os mentiré. Elena está en estado crítico. La herida en la cabeza es bastante profunda. La botella le impactó muy fuerte…-contesta preocupado.- Permanecerá en coma.


-¿Hasta cuándo?


Niega con la cabeza y arruga los labios en señal de que no lo sabe.


Me abrazo a Alex y suspiro.


-Lo único que nos queda es esperar.- dice el médico con un hilo de voz.-podéis pasar a verla a la habitación si queréis, ya está instalada.


-Alex, voy a verla.


-Yo me quedo con Marcos.- me dice antes de darme un beso.


Le abrazo y me dirijo a la habitación. Abro la puerta sin cuidado de hacer ruido, con la esperanza de que se despierte. Desgraciadamente, no es así.


Me acerco lentamente hasta la cama. Está pálida y una venda le cubre la cabeza entera. Su pelo está enredado, y lo acaricio. Sus mejillas sin ese color rosado y sus ojos cerrados, le dan un aspecto demasiado enfermizo. Me asusto. Una aguja le atraviesa la piel del brazo y un tubo va hasta unas bolsas que se encuentran al lado de la cama. Una mascarilla le cubre parte de la cara.


Los pitidos de la máquina de pulsaciones son muy lentos. Raya lisa, arruguita pequeña, raya lisa, raya lisa, dos arruguitas, raya lisa, arruguita. Ojalá estuviera yo en su lugar.


La miro de nuevo. Sigue siendo preciosa incluso en estas circunstancias. Recuerdo cuando éramos pequeñas, jugábamos a médicos. Ella siempre se pedía el papel de enferma, y hoy, desgraciadamente, es real.
Le beso en la cara con ternura y me dirijo hasta la puerta. Antes de salir me giro por última vez. No quiero dejarla sola.


Al final del pasillo veo a Alex y Marcos tener una conversación. Yo sabía que Marcos no la abandonaría, lo que no sé es como pudo enterarse tan rápido… Prefiero no pensar en eso. Me acerco a ellos y dejan de hablar de repente. Me resulta sospechoso. ¿De qué hablarían?...









2 comentarios:

  1. ¿Pero quien es la muchacha del árbol? Me han entrado ganas de convertirme en leñador para talar el árbol y llevármela a casa.


    Siempre suyo
    Un completo gilipollas

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  2. Pobre Elena... por culpa de esos Latineros. ¡Bah! Que asco me dan.
    Publica pronto, un beso.
    Paula.

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