Small grasshoppers.

lunes, 14 de noviembre de 2011

26. Alex




La miro por el retovisor en cuanto puedo. Tiene los ojos cerrados y una sonrisa inconsciente en los labios. Disfruto de verla así, y me gustaría fotografiarla. O dibujarla.


De repente abre los ojos y mira a su alrededor. No conoce el camino, y tampoco a donde vamos.


Me observa, y con miradas mantenemos una conversación de un "¿Dónde vamos?" y un "Ya verás..."


Subimos poco a poco la cuesta de una pequeña montaña de Génova, que nos lleva hasta el mirador de Na Burguesa.


Pronto darán las 20:30 de la tarde y las luces de septiembre ya empiezan a escaparse de las casas, del puerto, y del cielo.


Paro la moto en una explanada y ella baja corriendo, fascinada por la belleza del paisaje.


Toda la parte turística de Palma de Mallorca entra por nuestros ojos, todo el Mediterráneo hace una reverencia ante nosotros y las nubes se tiñen de naranja para crear un ambiente de tranquilidad para los dos, solo para nosotros.


Su pelo está alborotado, el viento hace que le tape la cara y ella intente apartárselo, en vano. Me mira y se ríe de ella misma mientras que yo me acerco.


La abrazo por detrás protegiéndola del aire fresco que nos pone la piel de gallina.


-Dicen que es el atardecer más bonito de toda la isla.- le comento apoyando mi barbilla en su hombro.


-No mienten.


Pasamos cienco minutos en silencio, viendo como, poco a poco, el sol baja hasta casi desaparecer.


-Lali, quiero darte una cosa.


Me mira extrañada pero no dice nada. Saco del bolsillo de mi pantalón algo que le tenía preparado desde hace mucho.


Colgado de un cordel negro, cuelga una bonita caracola blanca, pero con una peculiaridad...


-¡Oh, Alex, me encanta! Muchísimas gracias. - me dice antes de abrazarme.


-Es bonita, sí, pero aun no has visto lo mejor.


Cojo el golgante, le doy la vuelva y le enseño el interior. Veo como su sonrisa poco a poco va desapareciendo, y como sus ojos se humedecen.


Dentro de la caracola, bien gravado, hay dos palabras: "soy tuyo".


Lali me mira incrédula. Apreta con fuerza la caracola en su mano izquierda y se limpia los ojos con la manga como una niña pequeña. Me gusta.


Me acaricia la mano, sus ojos se pierder en los mios. Yo se la tomo y le doy un besito en los dedos. Luego los aparto de mi boca y doy paso a sus labios, salados por las lágrimas, dulces por su propio sabor. Después me abraza, y noto su perfume, al que será dificil desacostumbrarme.


-Te quiero.- oigo de repente en mi oido, casi sin voz. Se aparta luego y me mira.-Alex, quiero que me prometas que, pase lo que pase, serás feliz, que siempre habrá algo que te haga levantarte, que siempre habrá algo que te haga luchar. Quiero que me prometas con toda sinceridad, que si algún día te falta algo harás lo que sea para conseguirlo, que cumplirás todos tus sueños y llegarás a todas tus metas. Quiero que me prometas mil veces más que serás feliz, pero sobretodo, prométeme que no me olvidarás, y que pase el tiempo que pase, en tu corazón siempre habrá un huequecito para mi.-hace una pausa, y ahora, el que lloro, soy yo.-Eres todo lo que yo quiero Alex, yo no necesito nada más...


Mis lágrimas gotean de felicidad, de emoción. Le cojo la mano y la beso, de nuevo, intenanto tranquilizarme.


-No solo te lo prometo Lali, te lo juro. Y juro que te amaré siempre, y te esperaré lo que haga falta. He descubierto que no eres el amor de mi vida, eres el amor de mi existencia. No lo dudes nunca, que a pesar de que mi vida vaya a seguir, aquí estará siempre, una parte de mi esperando que regreses para quedarte.



***



Pasamos las horas de nuestros últimos momentos juntos, como si fuéramos a pasar el resto de nuestra vida unidos, como si todo fuera distinto. Cenamos en un restaurante, por supuesto, yo invito. Ella ríe sin parar, incluso casi se atragante una vez. Sus chistes, sus bromas, sus tonterías, todo me encanta. Y por supuesto, ha nombrado a Elena en cada frase que ha dicho.


-Los ingleses que cenan a nuestro lado nos miran raro... - le digo susurrando.


-¡Tss, por tu culpa! -dice levantando la voz.


-¡¡Shhhhh, Lali!!


Se vuelve a reír divertida. Me encanta.


Después de que su madre le haya llamado veinte veces, al fin se lo coje. Miro la hora. Uff, la 1:30...


-Sí, mamá, ya volvemos, no te preocupes, estoy bien ...


-Clhasdjhfasdhf, maletas fjadasdhfaj es tarde dxkljfask... -oigo desde el teléfono mientras que Lali me hace muecas con la cara y las manos en forma de burla.


-Claro que sí mamá, venga, hasta luego.


Y le cuelga.


-Menuda una rebelde ...-le digo agarrándola de la cintura y empezando a caminar hacia la moto.


-Bah, ya me conoce...



***


Llegamos a la esquina de su calle, por última vez.


Toda la tristeza que esta tarde se ha esfumado, parece haber vuelto de repente, en mi estómago, en mi pecho. Y qué mal me siento ahora.


Baja de la moto y me da el casco para que lo guarde. Cómo me duele esto...


-Mañana estaré todo el día haciendo maletas y despidiéndome de familiares y eso... - me dice intentando fingir una sonrisa.


-Entiendo. Entonces ... nos vemos pasado mañana ya para...


-Sí. -me interrumpe.


Nos callamos. Es un silencio incómodo y siento que algo se me junta en la garganta, pero no quiero llorar, almenos no delante de ella.


-Bueno, me voy, o mi madre se enfadará aun más.


-Sí, tira.


Se acerca a mi. Cierra los ojos y me besa suavemente.


-Te amo.- me susurra sonriendo.


-Y yo peque.- contesto, casi sin voz.


Da media vuelta y empieza a caminar. La observo. Le miro el trasero, y me encanta como se mueve. Sonrío un poco, cómo echaré de menos ese contoneo.


Entra en casa, y unos minutos después, veo como se enciende la luz de la habitación de Elena, y veo la sombra de Lali moverse de un lado a otro. Después, vuelve a apagarse.


Observo la calle. Larga, desierta. Recuerdo la primera vez que hablé con ella, paseando por aquí. Recuerdo su horquilla en forma de mariposa.


Miro al portal, y recuerdo el primer beso, y la noche entera en el armario de los zapatos. Me río. Quisiera volver por un momento al pasado.


Ahora sí, no puedo más. Lloro, lloro sin parar, con llanto, con rabia. Lloro y no puedo evitarlo, ni quiero. Lloro y sufro, lloro y me desahogo. Pego una patada al suelo, me froto los ojos, me siento en la acera y apoyo la espalda en la farola. ¿Para qué volver a casa? No hay nadie, y aquí, cerquita de Lali, se está bien...

2 comentarios:

  1. ¿por qué tiene que acabar? :(
    Qué preciosidad, casi me ha parecido estar allí, y lo de la caracola... aish :3
    Me encanta tu historia, nunca me cansaré de decírtelo!
    muaksss<3

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  2. Yo no quiero que Lali y Alex se separen, hacen muy buena pareja y son los dos muy monos... *_*
    Y el regalo que le ha hecho Alex..., ¡que bonito! Ya me gustaría a mi tener un Alex. :)
    Publica cuando puedas, que me has dejado con la intriga. Un beso grande. ^^

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