Small grasshoppers.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Epílogo.

Como veis, Soy Tuyo ha acabado. Quiero ser breve, así que solo puedo daros mil gracias por haber llegado hasta el final, que después de casi un año desde el primer capítulo, os merecéis un premio enorme. También deciros que en estos últimos capítulos he hecho una recopilación de algunas fotos del maravilloso Miquel. En fin, muchísimas gracias por haber aguantado hasta el final, y recordad que seguiré escribiendo.

Hasta pronto gente. Un abrazo.




















Nunca he estado de acuerdo con eso de que no hay mal que por bien no venga. Siempre me ha parecido que lo malo es malo y lo bueno es bueno. Pero en este último año he aprendido que estaba muy equivocado, más de lo que me imaginaba.


Después de muchísimos juicios, mi padre empezó a pudrirse en la cárcel el 28 de octubre. Una condena de cinco años, que viendo como está España hoy en día, se quedarán en dos, por buen comportamiento o por chorradas de esas.


Ari y mi madre están bien, lo van superando poco a poco. Mi madre nos presta más atención que a principios de verano y ahora está aprendiendo a pintar. Este año se ha quedado en casa intentando hacerle un retrato a mi hermana, la cual, este curso pasado empezó primaria.


¿Qué decir sobre mi en este último año? He acabado segundo de bachiller, me he sacado el carned de conducir y he conocido a una chica. Bueno, he conocido a varias, pero Elisabet me gusta, me gusta bastante...


Suspiro mientas miro a la carretera y me coloco las gafas de sol.


Conduzco rumbo hacia el pasado, un pasado que ahora, ante mis ojos, parece ser la historia de mi libro favorito, parece ser una vieja fotografía que encontré en un cajón, parece ser la peli que vi hace años y que tanto me gustó. Pero no, es la realidad, mi cruda realidad. Y aunque haya pasado un año, un año de cambios y nuevos sentimientos, sé que donde hubo fuego hay cenizas.


Probablemente todas aquellas promesas, todos aquellos "para siempre" hoy no sigan vivos, pero me sorprendo a mí mismo cuando pienso en Lali y sigo sonriendo, o con el simple hecho de recordarla cada día que pasa. Dios mío, dime, ¿qué es lo que va a ocurrir ahora?


Aparco el coche delante de mi casa de verano. Cruzo el portal y abro la puerta. Oscuridad. Recuerdos.


Arreglo y limpio un poco lo que viene a ser ... todo. Después de tres horas, me tumbo en la cama donde hace un año estube con ella, apunto de hacerla mía. Suspiro. Abro el cajón de mi mesilla, y ahí están, como me temía, todos mis dibujos.


-¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!- grito, me echo las manos a la frente, me sacudo en el colchón.-¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!


¡Dios, Dios, Dios! He querido hacer esto desde hace muchísimo. Gritar, gritar con rabia, con ira. Gritar porque no la tengo, gritar porque todo me la recuerda. Pego unas patadas fuertes al colchón y me relajo. Ahora me río a carcajadas. Quien me vea creerá que estoy chiflado. Y es cierto, lo estoy. De dudas, de alegría, de descanso. De amor.


¡Ding dong!


Bajo las escaleras y abro la puerta. Mil imágenes pasan por mi cabeza y sonrío.


-En media hora tenemos que ir a la verbena, así que si no te vas a duchar, te ducho yo a escupitajos.


Mi mejor amigo y su increible sentido del humor. Lo abrazo con fuerza. Se ha rapado los rizos.


Mi felicidad aumenta, y mis ganas de gritar también.


-Enseguida vuelvo.-le digo a Marcos mientras subo las escaleras.-¡¡AAAAAAAAAAAHHHHHHH!!


-Definitivamente, Alex, estás como un cencerro.


-


Odios los aviones. Repito. Odio los aviones.


Hace tres horas que me he bajado y sigo mareada.


-Elena, ¿dónde has puesto el rimel?- le pregunto a mi prima


-¡En el neceser rosa!- me contesta desde el baño.


-Perfecto, y ahora dime en cuál de los diez.


Oido su gruñido y viene con una toalla rodeándole el cuerpo, otra el pelo, y el cepillo de dientes en la boca.


-Anda, ten.- remuga mientras se quita la toalla de la cabeza y deja su frente al descubierto.


Se puede divisar bastante más arriba de la ceja derecha, como empieza una cicatriz que se pierde en su pelo rubio. La miro riéndome mientras se vuelve a ir al baño.


-¡Gracias!


Después de ponerme rimel, me cepillo el pelo. Es fácil desenredarlo cuando no mide cincuenta centímetros. Antes empezaba en la cabeza y acababa en la cintura. Ahora empieza en la cabeza y acaba en la cabeza, fin. Al principio me decían que parecía un tío, ahora me dicen que me sienta genial. Me miro al espejo, he cambiado de un año a otro, muchísimo.


Las experiencias duelen, pero de ellas se aprende, se madura. Te enseñan a vivir. En estos últimos meses, he pasado de ser una chica muy cariñosa con todo el mundo, a serlo solo con quien de verdad se lo merece. Me he sentido feliz, me he sentido viva. Pero también frustrada al esperar algo que no podía tener. Tengo casi dieciocho años, y en ocasiones me he sentido más pequeña. Sí, pequeña e impotente, pequeña y débil. Pero realmente pocas personas saben lo que duele, y realmente no se lo deseo a nadie.


Incluso estos últimos meses, cuando ya ni siquiera hablaba con Alex, aun me dormía pensando "aguanta un poco más, ya queda poco", y ahora que estoy a media hora de cumplir el deseo que he pedido durante un año, no tengo ni idea de lo que quiero. Bueno, intento tranquilizarme y ver qué ocurre.


-¿Estás lista?- pregunta Elena.


-Sí, vámonos.


***


Todo lleno de gente, todo huele a algodón de azúcar y la música flota en el aire.


Me vestidito de gasa vuela entre mis piernas, y en ocasiones me molesta el fresquito de la noche. Hoy estreno zapatos.


-Elena, ¿llevo bien el maquillaje?


-Espera- me pasa la mano por el párpado- ahora sí, perfecta como siempre.


Sonrío. Estoy tan nerviosa que quiero que todo sea perfecto. ¿Pero por qué? Se supone que ya no le quiero. ¿O sí?


Oh, Dios mío, se me ha olvidado echarme colonia. Seguro que mi prima lleva. Miro en su bolso. Por suerte ha cogido la mía.


Suspiro. Buff, estoy sudando. Intento escuchar lo que dicen las amigas de mi prima mientras esperan al grupo de chicos. El grupo de chicos donde está Alex. Alex. Alex, Alex. Alex dos veces. Alex multiplicado por 7. Alex. Alex a la cuarta. Alex, Alex, Alex. Miro al suelo mientras mi pie no para de moverse. Alex.


-Mmmh, Lali ...


-Dime Elena...- se me hace un nudo en el estómago por su tono de voz.


-Mira allí...


Me giro hacia la derecha, y sí, efectivamente, allí está él. Y se me encoge el corazón. Y palpita los más rápido que puede. Él, él. Miro a Elena, se me inundan los ojos. Debo de tener cara de poker. Y ahora lo sé claro. Que yo no hubiera sido capáz de romper una promesa. Que un amor tan grande no se tapa ni camufla con nada. Que le quiero. Que le quiero mil veces.


-No, eh, no. Ni se te ocurra llorar, que se te corre el maquillaje.


-Vale, vale. Ya está. 


-


Parece que es la misma feria del año pasado. Las mismas luces, el mismo ambiente, incluso la misma música, desgraciadamente. Todo mi cuerto está como en shock, no sé muy bien por donde ando ni lo que hago. Marcos ya me ha dado un par de bofetones para que espabile, en vano. El único efecto ha sido el cambio de color que ha hecho mi mejilla.


Todo da vueltas a mi alrededor. Busco algo que realmente no sé si está cerca de mi. Y entre las chicas del grupo de Elena por fin, la veo.


Me ha costado reconocerla pero ahí está. De espaldas a mi, subida a los tacones en los que nunca la vi y con el pelo muy corto. Pero está preciosa. Ha cambiado mucho, se le ve que ya no es una niña. ¿Estará con alguien? ¿Tendré otra oportunidad? Me cuesta decir que la he reconocido por sus gestos y la forma de moverse, pero en el fondo me gusta, quiere decir que sigue siendo la misma.


Mientras pienso todo esto, no noto mis latidos, ni mi respiración. Solo veo miles de imágenes pasar por mi cabeza a la velocidad de la luz.


Se gira hacia mi, como sabiendo que yo estaba allí observándola. Me mira y agracha la vista. Luego vuelve a mirar y me sonríe ámpliamente. Veo como sus ojos se vuelven de cristal y su nariz se enrojece. Hago lo mismo involuntáriamente. Y ahora solo la veo a ella, a mi Lali. Por fin.


Corro hacia ella, y la abrazo. La siento cerca. No me lo creo. Su perfume, me resulta tan familiar. Me siento como en casa. Como en mi hogar, donde debo estar. Suspiro, y cuando suelto el aire, parece que todos los dolores que sentí desde su partida, se van expulsando poco a poco, para no volver.


Ay, Lali... Mi Lali, si supieras cuánto te he echado de menos. Si supieras cuánto te necesité.

5 comentarios:

  1. Bueno... a ver qué decirte. Sabes más que de sobra que he seguido tu historia casi desde el principio, y es porque de verdad me ha gustado, no como otras que comento por comentar. Gracias por este verano que nos has hecho vivir, y por este final perfecto. :)
    ¡Besos!

    ResponderEliminar
  2. Has hecho que un verano durara todo el año. Has hecho que no crea en las distancias. Has hecho que me enamore de Alex. Has hecho que crea en las casualidades y el destino.As hecho palpitar mi corazón más rápido que nunca.As hecho que llore a mares.Has hecho que ria. Has hecho, una historia

    ResponderEliminar
  3. ¡Oh, dios mío! Aún no sé como puedes haber hecho que después de las lágrimas sonría de la emoción de que vuelvan a estar juntos. :)
    Un beso. Y espero pronto otra historia tan o más buena que esta. ^^

    ResponderEliminar
  4. Vaya!
    Acabamos de descubrirte y ya lo has dejado :(

    Bueno, guardaremos el link para ir leyendo, que esta entrada me ha enganchado, y las historias hay que cogerlas desde el principio!

    Wherever the Sunset is

    ResponderEliminar
  5. Me acabo de leer toda la historia de principio a fin y me ha encantado, me gustaria saber si hay continuación o si la habrá y, de ser así donde está.

    ResponderEliminar